Las creencias en una vida posterior a la muerte tranquilizan
a quienes desearían matar a un semejante.
Las creencias en una vida después de la muerte
parecen tener como único objetivo calmar la angustia provocada por la propia
muerte.
Se puede pensar que una persona, atormentada
por la incertidumbre sobre qué será de su cuerpo el día que muera, adhiere a
una fantasía milenaria según la cual lo que llamamos muerte, no es algo tan
serio como uno podría pensar equivocadamente, sino que, por el contrario, es
una especie de juego, de representación, de mudanza de un lugar a otro.
Más aún, esta fantasía aprovecha para
agregarle más sabor imaginando que la otra vida es aún mejor que esta, a la que
nos aferramos con tanto interés.
Pero les decía que esa no es la única ventaja
de imaginar una realidad semejante sino que existe otra utilidad más inmediata
y placentera.
Efectivamente, dentro de cada ser humano hay
un homicida que sueña con matar a mucha gente que lo molesta: padres, hermanos,
cónyuge, presidente, delincuentes, vecino ruidoso, hinchas de otro equipo, ...
la lista es muy extensa.
Este pensamiento apasionado, intenso, furioso,
lleno de tensión destructiva se aloja en nuestras cabezas pero, sin embargo,
por algo que ni yo ni nadie sabrían explicar, estos atentados casi nunca se
consuman.
Es probable que las personas que ejecutan
estas aspiraciones tan humanas, no padezcan de un instinto asesino especial
(porque este lo tenemos todos) sino que adolecen de una especie de
incontinencia, como la que sufren quienes no pueden controlar sus esfínteres.
Creer en que existe una vida después de la
muerte tiene, como segunda utilidad, relativizar el juicio condenatorio que se
merecen estos deseos destructivos que padecemos los «buenos ciudadanos».
Seguramente
nos tranquiliza saber que nuestras víctimas no morirán demasiado.
(Este es el
Artículo Nº 1.573)
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14 comentarios:
Soy atea, sin embargo hace unos días me somprendí a mi misma diciéndome ¨me encomiendo a las manos de Dios¨. En los momentos de mayor angustia, esos en los que querríamos matarnos... probablemente por no animarnos a matar a nadie, recurrimos a una fuerza suprema que nos guíe adecuadamente. Creo que en realidad cuando nos encomendamos a Dios, lo que estamos deseando, pidiendo, es que nuestro aparato psíquico se comporte con sabiduría, permitíendonos enfrentar los tragos amargos que tiene la vida.
Lo que dice Gabriela, me hace acordar a mis rezos antes de dormir. Todas las noches le pedía a Dios que no me hiciera pis en la cama, y a la mañana amanecía mojada. Padecí enuresis nocturna durante casi toda mi infancia y parte de mi adolescencia (hasta el momento en que perdí mi virginidad). Capaz que durante esos años mi incontinencia saltaba por ese lado. Había algún impulso que no podía controlar y lo canalizaba por ahí.
(aclaro que no tenía problemas físicos).
Me llama la atención que la enuresis de la que habla Evangelina, se haya interrumpido cuando comenzó a tener sus primeras relaciones sexuales. Eso me lleva a pensar que podría haber un fuerte deseo incestuoso en juego, que comenzó a apaciguarse cuando encontró un sustituto de sus padres.
La petite mort, es la forma que usan los franceses para referirse al período refractario posterior al orgasmo. Yo tenía un novio que siempre me pedía que lo abrazara después de que él llegaba al orgasmo, porque me decía que en ese momento sentía angustia.
Puede ser que creer en la vida después de la muerte, relativice el juicio condenatorio que implica la pena de muerte. Quienes están a favor de esta medida extrema, quizás piensen que la mejor solución a la ¨incontinencia¨ de una persona es la muerte, que en definitiva lo llevará a una vida mejor.
Quienes creemos en Dios -al menos los católicos, no sé otras religiones- no creemos tener la potestad de decidir la muerte de nadie. Ni siquiera la de un pequeñísimo embrión. Por eso estoy en desacuerdo con Evaristo.
Según los especialistas, los psicópatas carecen de culpa. En realidad, todos los que actuamos convencidos de algo, carecemos de culpa a la hora de evaluar los efectos negativos de nuestras conductas. Hicimos lo que hicimos pensando que a pesar de los efectos secundarios indeseables, actuamos de la mejor forma posible.
O sea que la creencia en la vida después de la muerte, estaría ayudándonos a pensar que a pesar de todas las maldades que anidan en nuestro corazón, seremos perdonados -si nos arrepentimos- y pasaremos a una vida mejor.
Es casi un milagro que los niños pequeños no maten a sus hermanos más pequeños aún.
Hasta podemos ser capaces de matar a nuestro ídolo, quizás a causa de un apasionado sentimiento de amor/odio.
Cuando me mude al Cielo, me llevaré las cosas más preciosas de esta vida. Nadie me asegura que en el Paraíso las encuentre. Por como lo pintan, allá hay muchas frutas, arroyos cristalinos y un clima agradable... pero lo que a mí me gusta de verdad, no sé si lo voy a encontrar.
Odio a los buenitos. Se creen mejores que los demás. Así que matarlos no será gran problema. Sus almas se irán como cachetazo al Cielo. A matear con San Pedro.
Yoel, mi hiciste acordar del tipo que mató a J. Lennon después de pedirle un autógrafo.
Que significa exactanmente "Soy Atea"? La mecánica Newtoniana del mundo en q vivimos nos brinda cierta seguridad, porque sus leyes sólo válidas en eso que percibimos como "mundo Real" se cumplen y nos brinda cierta omnipotencia sin q nos demos cuenta. Y Bueno es Humano: si Dios no existe yo soy Dios y por tanto vivo como se me antoja y si amo amo y si me comprometo me comprometo o sino tiro todo a la mierda y engaño y jodo y hiero y me voy a la mierda o abandono todo por una fantasía. Total estoy condenado a mi química genética y nada puedo hacer porque no puedo depojarme de ella. Pensar así lo considero pobrísimo y patético: la voluntad es poderosísima ( lo digo con propiedad yo que he "pecado") y cambia nuestra química está demostrado, pero claro resulta incómodo.
Te sugeriría informarte más sobre la Mecánica Cuantica y sus realidades inexplicables pero ciertas; asustan: Nos permiten ver lo poco que sabemos lo pequeño que somos y sobre todo nos enseña a ser HUMILDES
Trato, no siempre puedo,de vivir todos mis días siendo un poquito mas fiel, con mas entrega, a darle valor con mi actitud de vida, a los valores. Los Buenitos no existen (si alguien lo cree, es un imbécil y si alguien pinsa que los hay es un infante por lo menos)
Por eso afirmar soy ateo que quiere que le diga me parece patético
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