Mis padres son grandes, casi no nací porque
después de mí, mamá entró en la menopausia.
Creo que mi padre tiene más de ochenta y mamá
un poquito menos.
Con papá hacemos negocios, yo le doy ideas y
él las estudia para aplicarlas.
En realidad lo que yo hago es mejorar los
barrios porque he notado que en la mayoría hay falta de ideas.
Lo que más falta por todos lados son
peluquerías para dama. Es fácil encontrar farmacias, mercerías, supermercados,
pero las peluquerías no son tan fáciles de encontrar.
Mis padres me dicen que soy yo la que necesito
tanto a las peluqueras porque voy varias veces por semana pero, hablando con
las otras clientas me confirman que les pasa lo mismo.
Papá contrata un auto con chofer a quien guío
para recorrer distintas calles donde no hay peluquerías. Después vengo, hablo
con él y claro, como está viejito, a veces se pone un poco remolón y no quiere
invertir en nuevos locales, pero como sufre mucho cuando yo me pongo a llorar
desconsoladamente por su negativa, cede y me hace el gusto.
Mamá lo ayuda a comprender la conveniencia de
que él instale esos negocios, diciéndole que yo pienso mejor cuando una
peluquera me peina, me cambia el color, me pone algún nuevo producto que
inventaron.
La cabeza es la parte más importante de mi
cuerpo y gracias a las peluqueras puedo organizar mis ideas que a veces andan
como si se las llevara el viento: todas desordenadas, entrechocándose, peleándose,
gritándose.
Me ocurre que después de inaugurar una nueva
peluquería y atenderme dos o tres veces en ella, me olvido de dónde estaba y
dejo de ir porque ya no la encuentro, pero vivimos en una ciudad grande y
linda, donde hacen falta muchas peluquerías.
(Este es el
Artículo Nº 1.571)
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13 comentarios:
Qué decirle! Este cuento me encantó.
Yo también necesito peluquería integral. En la peluquería donde voy tiene de todo. Lo último de lo último. Entro hecha migajas y salgo renovada. Soy muy amiga de mi peluquera. Ella me peina y yo la psicoanalizo. A veces hacemos al revés, ella me psicoanaliza. Pero siempre me peina.
Perderse buscando la peluquería es algo muy común. Una va por ahí, como sonseando y de pronto, zas! se perdió. Entonces andás preguntando donde diablos está la peluquería. O alguna peluquería, la que fuera. La gente es muy insensible. Te dicen no sé o te mandan a cualquier lado. Así fue que un día me mandaron a la panadería. Cuando llegué, el olorcito a pan caliente me tentó. Y me quedé en la panadería. Resulta que el panadero era muy cariñoso. Me regaló media lunas. Entonces me animé a preguntarle: ¿usted sabe donde hay una peluquería?. El panadero soltó una carcajada y dijo: ¨yo soy antes que nada peluquero... y además panadero¨. Enseguida me puse a saltar de la alegría. Creo que cuando vio mi entusiasmo, fue más bueno todavía. Me dijo que pasara al fondo. Allá, atrás de la panadería tenía una peluquería preciosa. Me ofreció una cómoda silla y me dijo: ¨que querés hacerte¨. Todo, peluquero, yo quiero hacerme todo. ¨Entonces le hago todo¨, me respondió el panadero.
Las peluquerías para hombres son distintas. Te pasan la maquinita o te dan cinco tijeretazos. No es lo que yo necesito.
Mis ideas desordenadas me traen caspa. A veces tengo ataques de caspa. No puedo hacer nada. Sólo espero que se me pasen.
Hace años que le vengo diciendo a mi padre que me ponga una peluquería. Pero no accede. No me tiene fe.
Vivo en un barrio lleno de peluquerías: Pocitos. Sin embargo muchas peluquerías terminan cerrando. Dicen que las mujeres que viven por ahí, no tienen mucho tiempo como para ir a la peluquería.
Llorar para conseguir cosas, es el método más antiguo para obtener logros. A mí me conocían porque lloraba para vender medias. Logré ser condecorado como el mejor vendedor de la empresa.
Mis logros los obtengo con sangre, sudor y lágrimas. Lágrimas de tristeza y de rabia.
No seas tan negativo, Anónimo. Dale que a vos te gusta el sacrificio. En la vida hay que ser más sobrio y más duro.
No le hago asco al sacrificio. Pero las a las tijeras las quiero lejos.
En esta ciudad grande y linda, el único que hace falta soy yo.
Son pocas las veces que los hombres entienden la conveniencia. La conveniencia de un negocio o la conveniencia de castrar a la perra.
Claro! cómo van a querer castrar a la perra! Se identifican con la perra. Ellos van por la vida queriendo llenar el planeta de hijos.
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