La injusticia nos da energía, como si nos recargara una batería
eléctrica. Por esto buscamos y «consumimos» injusticias.
Una de las principales fuentes de energía del
ser humano son las injusticias.
Efectivamente, las injusticias nos excitan,
enfurecen, frustran, enojan, irritan, sulfuran,
encolerizan, crispan, impacientan, encrespan, con todo lo cual los humanos
mejoramos, actuamos, estudiamos, debatimos, peleamos, nos capacitamos, nos
unimos para contrarrestar las injusticias que nos amenazan.
¿A qué estoy llamando «injusticias»?
No solamente incluyo en esta categoría a las
acusaciones sociales, legales y penales de las que podamos ser víctimas («fulano no me saludó», «fulano
transgredió tal norma», «fulano le robó al vecino»), sino
también a la universal discrepancia que existe entre «lo que debería ser» y «lo que humanamente
puede ser».
Es acá
donde somos atacados por la injusticia de la forma más salvaje, vil e
imperdonable.
Cuando
otros nos recriminan exigiéndonos que:
—
deberíamos ser más puntuales;
— que no
deberíamos ensuciar los espacios comunes;
— que no
deberíamos decir mentiras (ni siquiera piadosas);
— que
deberíamos pagar todos nuestros impuestos sin chistar;
— que no
deberíamos jugar en el horario de trabajo;
— que
deberíamos ser más tolerantes con las equivocaciones ajenas;
— etc.,
etc., etc.
...nos
están exigiendo, acusando, imponiendo reclamos injustos, INHUMANOS.
El hecho de
que las injusticias son para nuestro cerebro una fuente de valiosa energía, es
determinante de una cantidad de acontecimientos que nos acompañan a lo largo de
toda la vida.
Por
ejemplo, así como los autos eléctricos quedan varias horas recargando sus
baterías, preferentemente en horario nocturno, los humanos solemos
«conectarnos» a las fuentes de información (noticieros televisivos) en las que
nos enteramos, con inconfesable placer, sobre los infortunios, las
tragedias y las injusticias que padecen
otros que se nos parecen pero que «felizmente» son desconocidos.
Estas
pequeñas dosis de injusticia también recargan nuestras «baterías».
(Este es el
Artículo Nº 1.565)
●●●
9 comentarios:
Completamente de acuerdo, Doc. La injusticia es una fuente de enegía.
Una fuente de energía que nos desgasta y no siempre se renueva...
Las exigencias inhumanas, aunque parezca contradictorio, nos las hacen y NOS LAS HACEMOS, justamente porque somos humanos. Podemos desviar nuestra conveniencia y nuestro deseo, para contemplar el deseo y las necesidades de los demás. Eso a menudo nos hace sentir bien.
Yo dejé de exigirme tanto cuando vi a mi alrededor que los demás no se exigían nada.
Mala política Martín. Ahí empezás a actuar como rebaño. Vos sos vos y tenés que hacer las cosas de acuerdo a tu leal saber y entender.
¿Hasta dónde podemos forzar a nuestro inconsciente, que es en definitiva el que nos gobierna?
Poco, creo yo Euge, pero no te olvides que está la instancia psíquica del Yo, que es capaz de negociar entre nuestro inconsciente y la conciencia.
Ardua tarea la del Yo. No querría estar en su lugar. Jajajaja!!!
Pienso que una de las cosas peores que te pueden pasar, es que todo te resbale. ¿Qué tipo de vínculos podes establecer con las personas, con tu trabajo, con la realidad toda, si estás en esa actitud?
Publicar un comentario