La información (datos, consejos, afectos), transforman nuestro cuerpo y su funcionamiento.
Como les he comentado en otras ocasiones, la realidad puede ser interpretada de diferentes maneras, por ejemplo:
— creyendo o no en la existencia de Dios;
— creyendo o no que la medicina clásica (la que hoy ocupa la mayor parte del mercado) es efectiva en todos los casos o solo en algunos;
— creyendo o no que el psicoanálisis mejora la calidad de vida.
Me cuesta creer que alguna de estas opciones sea verdadera o falsa. Por el contrario me parece que nuestra existencia está 100% gobernada por la naturaleza y que todos nuestros pensamientos son producciones orgánicas de nuestro cuerpo.
Sin embargo, es probable (a la luz de algunos hechos) que nuestro pensamiento tenga alguna influencia sobre nuestro organismo.
En este caso, el 100% de influencia que tiene la naturaleza sobre nuestro organismo generará resultados diferentes sobre organismos diferentes.
Por ejemplo: todos los niños que van a la escuela tienen organismos (cuerpos) 100% gobernados por la naturaleza, pero esa influencia generará resultados diferentes según la particularidad de cada cuerpo y algunas de las tantas características singulares de cada cuerpo son:
— si está bien alimentado o no;
— si durmió bien la noche anterior;
— si los padres siempre desearon su nacimiento o estuvieron a punto de abortarlo;
— si la madre le dijo (o no) al salir de la casa «Ten cuidado, Miguelito, evita los vehículos que se te acerquen».
Las circunstancias mencionadas influirán sobre el cuerpo del niño. Sin ir más lejos, esta última recomendación («¡ten cuidado!»), hará que el cuerpo de Miguelito reaccione en forma particular ante las contingencias del tránsito. El consejo materno quizá le aumentó la sensibilidad, la velocidad de respuesta, los reflejos automáticos, disminuyéndole la exposición a los accidentes.
En suma: la información genera cambios anatómicos y fisiológicos.
(Este es el Artículo Nº 1.547)
●●●
12 comentarios:
Es más que cierto. Los afectos transforman el funcionamiento de nuestro cuerpo.
Todo el tiempo estamos percibiendo datos, consejos y afectos. La mayoría de las veces no se expresan en palabras, sino que se vivencian. Forman lo que llamamos nuestra experiencia. Nos forman a nosotros. La familia, los grupos más cercanos, la sociedad en la que vivimos, nos van moldeando. Los mismos hechos nos afectan a unos y otros de distinta manera; porque somos únicos, venimos con nuestra combinación genética y somos portadores de todo el largo proceso evolutivo de la humanidad. En lo más interno de nuestro cerebro, están grabadas experiencias milenarias. Contamos con un programa de desarrollo que ya viene encauzado. Todos pasamos por las mismas etapas vitales y llevamos grabados signos, que más pertenecen a los mamíferos que a los humanos. Tenemos mucha más experiencia como mamíferos que como humanos. Y pocas veces lo tomamos en cuenta.
Vale la pena mantenerse informado. Sobre todo, me refiero a estar abierto a recibir información. No prejuzgar pensando siempre las cosas de la misma manera.
Hay informaciones que son relevantes. Lo que hacen todos los días nuestros padres, e incluso lo que sabemos o suponemos que hicieron en su pasado. Me animaría a decir que es más frecuente que se divorcien los hijos de padres divorciados. No porque hayan tenido una familia disfuncional. Que los padres vivan separados, no define a una familia disfuncional, sino por que nos da cierta seguridad repetir el camino que siguieron nuestros padres, adoptar su escala de valores, reaccionar del mismo modo ante la pobreza y la riqueza, tomar partido por la misma ideología que ellos adoptaron.
Un ejemplo de que somos un cuerpo que reacciona, lo tenemos en algo tan frecuente como la anemia. Esta nos hace sentir cansados e irritables.
A mí creer en Dios me ha servido para ser tolerante y misericordiosa.
La homeopatía es una ciencia (no estoy seguro si es correcto llamarle ciencia) que ha dado resultado durante cientos de años, y la mayoría de los occidentales nos damos el lujo de ignorarla.
Los nutricionistas opinan que en gran medida somos lo que comemos. Mi padre no era nutricionista, pero siempre afirmaba eso. Gandhi era otro convencido de esta postura.
Se ve que tuviste un padre muy valioso; para compararlo con Gandhi... jajajaja! Mirá que lo digo sin sarcasmo.
Es cierto, era muy valioso. Lo sigue siendo para mí. Y no lo comparo con nadie. (pero entendí el chiste) :)
Lo que pensamos y lo que sentimos está íntimamente relacionado. Cuando estamos felices vemos a los otros más buenos.
Mis padres estuvieron a punto de abortarme pero después se enamoraron de mí!!!
Publicar un comentario