
A los humanos nos molestan muchas cosas (el hambre, el trabajo, la infidelidad, la frustración, devolver los libros), pero es posible preguntarse si esta situación es algo que nos impone la mala suerte o por el contrario nuestra necesidad de sentir molestias para estimular el fenómeno vida ha logrado que inventemos molestias sólo para asegurarnos de que nunca nos faltarán estímulos para existir.
En la relaciones con nuestro sexo opuesto son notorias las discrepancias y motivos de enfrentamiento justamente con el sector de la humanidad que más nos interesa vincularnos.
Ya he mencionado algunas veces que hombres y mujeres somos tan distintos que hasta podríamos pertenecer a especies tan diferentes como son las nutrias y los camellos (1).
El deseo desesperante que tenemos los varones por tocar, abrazar y penetrar a las mujeres coindice felizmente con el deseo desesperante que tienen las mujeres de ser acariciadas, besadas y llenadas de semen.
Pero como esto sólo conduce al agotamiento del deseo cada vez que nos hacemos el amor y todo funciona bien, hemos encontrado la forma de recuperar el deseo apropiándonos de expectativas opuestas: ellas quieren a un solo hombre y nosotros queremos muchas mujeres.
De esta forma nos aseguramos adquirir una frustración casi segura en las relaciones de pareja, ya sea porque los varones efectivamente somos infieles o porque ellas, soñando con la virilidad de su hombre le imagina infidelidades que el muy cobarde o apático no se anima ni a soñar siquiera.
En suma: como el fenómeno vida depende del estímulo placer-dolor, existen o fabricamos situaciones con las que no nos falten motivos para desear desesperadamente y para irritarnos hasta la exasperación. ¡Eso es vida!
(1) La desventaja de ser mujer
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8 comentarios:
Sin embargo las mujeres engañan casi a la par que el hombre. No creo que siempre lo hagan por despecho.
De pronto hombres y mujeres sólo tendrían que unirse para fecundar y el resto del tiempo disfrutar las ventajas de ser gay.
El deseo reverdece con bastante facilidad, no es necesario tanto drama de por medio.
Está bueno desear desesperadamente algo, cuando se sabe que es posible conseguirlo con tenacidad y trabajo, pero cuando las perspectivas de conseguirlo son azarosas, el deseo anda en uno como bola sin manija, y te desenfoca.
Las mujeres no sólo deseamos que nos besen, también deseamos besar; así como ud lo dice parece que nosotras sólo estamos en la posición de recibir.
No creo que la de Eloísa sea una buena idea. Las parejas homosexuales son muy celosas.
Soy afín a recalcar una y otra vez que hombres y mujeres somos distintos, porque algo que resulta tan evidente, muchas veces pretende ser ignorado.
Pero no somos TAN diferentes como ud dice.
Fernando exagera las ideas que quiere destacar para que el lector indolente y apurado les preste atención.
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