domingo, 5 de junio de 2011

Los años pasan

Cuando terminamos la escuela teníamos la edad normal en nuestro país: 11 ó 12 años.

Éramos un grupo de cinco varones que siempre andábamos juntos de un lado para otro.

Nuestras madres se parecían entre sí porque las cinco padecían una curiosidad enfermiza por conocer las andanzas de sus pequeñuelos.

Teníamos preocupaciones propias de la edad y de los varones: qué era esto de las niñas y qué era esto de que algunos ya habían tenido poluciones nocturnas (eyaculación espontánea durante el dormir).

Isaac tenía un hermano mayor muy tímido, de esos que consiguen y coleccionan una increíble cantidad de material pornográfico.

Las pocas veces que este hombre salía de su dormitorio, procurábamos acceder a esos contenidos para realizar consultas con avidez.

La excitación nos mantenía en permanente estado de nerviosismo y a pesar del sigilo con que estudiábamos las revistas, siempre alguien soltaba una risita que ponía en estado de alerta a la madre anfitriona, la que en pocos minutos encontraba algún pretexto para disolver el cónclave.

La religión era un obstáculo tremendo para nuestras mentes, aunque ahora comprendo que en realidad lo que lograba con tantas restricciones era aumentar poderosamente el caudal libidinal.

Cierta vez que quedamos solos Isaac y yo le propuse que jugáramos a que éramos hombre y mujer para ver qué se sentía y fue así como, torpemente al principio pero desenfrenadamente después, practicamos casi todo lo que mostraba el material didáctico que manejábamos.

Luego terminamos convirtiéndonos en un matrimonio ultra secreto porque ninguno de los dos quería que el grupo grande se disolviera. Cada vez que podíamos nos reuníamos para tener sexo de todas las maneras que nuestra anatomía habilitara.

Los años pasaron, las reuniones fueron cambiando de tema, aparecieron las novias, los casamientos, los hijos, formamos un gran grupo de familias, toda aquella historia casi cayó en el olvido.

Hace un rato me encontré con Isaac. Se nos ocurrió reeditar el matrimonio juvenil, pero tuvimos que reconocer, apenados, que los años no pasan en vano.

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9 comentarios:

Matu alén dijo...

En mi país dejamos la escuela a los 11.012 años, más o menos.

Isaac dijo...

Shhh! Rebeca no sabe nada de todo esto.

Onetti dijo...

Desde que hicieron la represa, en Santa María aumentó el caudal libidinal.

Iris dijo...

Los matrimonios ultra secretos son los únicos que valen la pena.

Ismael dijo...

Por culpa de estos pequeñuelos fue que nunca pude vender una colección completa.

Lucy dijo...

Dicen que a Abraham le dio risa saber que iba a tener un hijo siendo tan viejo ya. Por eso le puso Isaac, que significa risa.

Sicilia Pérez dijo...

Cuando los grandes grupos de familias se empoderaron fue que surgió la cossa nostra.

Cacho dijo...

El problema es cuando los años no pasan. Si se quedan atorados es muy probable que ya sea fiambre.

El Pronóstico dijo...

El día amanecerá torpe, con bajas temperaturas, cielo cubierto y escasas precipitaciones por el litoral oeste.
Para mañana aumenta la temperatura, con actividad desenfrenada en todo el territorio del país.