miércoles, 22 de junio de 2011

La coherencia personal

Los consejos recibidos son útiles cuando sólo reafirman características propias de quien los recibe y son tóxicos cuando pretenden imponer características ajenas.

El regalo más valioso que un niño puede recibir de sus seres queridos es la coherencia en la forma de tratarlos.

La coherencia número uno es la que existe entre los dichos y las actitudes. Si mamá me dice que sería mejor que tolerara las frustraciones con mayor paciencia, sería un buen regalo de ella que no reaccionara de la misma forma ante un incendio en la cocina que ante la rotura de una media.

Este planteo (regalar coherencia) es poco frecuente porque nuestra cultura impone definiciones distintas a las que estoy sugiriendo.

Nuestra cultura define como regalo una acción que en términos más estrictos debería llamarse «soborno» o «remuneración en especies».

Efectivamente, las atormentadoras dudas sobre cómo tratar a un niño nos llevan a tomar como válidas las recomendaciones que recibimos nada menos que de los proveedores de objetos regalables.

Estos consejeros sugieren machaconamente que:

— una costosa bicicleta representa más amor que leer un cuento para llamar al sueño;

— un video-juego demuestra más amor que apagar el televisor cuando al pequeño se le ocurre contarnos que se piensa casar con una niña de su misma clase;

— … ni qué hablar que un viaje a Disney World trasmite mejor los afectos que pedirle colaboración para amasar bizcochos para la merienda.

La coherencia necesita de padres naturales, escasamente neuróticos, que estén bastante conformes consigo mismos, que no dramaticen sus errores ni se sientan condenados al infierno porque alguna equivocación genere conflictos irreversibles en sus hijos.

La coherencia siempre es consigo mismo. Los consejos (este artículo inclusive) son enfermantes si su efecto consistiera en alterar algo de lo que pertenece a la naturaleza más personal de quien los recibe.

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12 comentarios:

Silvana dijo...

Sí, la mayoría de las veces buscamos reafirmación, no consejo.

Manuela dijo...

Ser todo lo coherente que puedo, conmigo misma, me ayuda a mantenerme equilibrada.

Carolina dijo...

Me gustó mucho la idea de regalar coherencia, doc.

Roberto dijo...

El regalo también puede expresar agradecimiento.

Julieta dijo...

Padres naturales! escasamente neuróticos! conformes consigo mismos! que no dramaticen sus errores!
En qué planeta?

Jorge dijo...

Las publicidades de los objetos regalables terminan con un mensaje contradictorio que busca quedar bien con dios y con el diablo. Te dicen que lo más importante es el amor.

Rolando dijo...

Lo primero es aprender a tratar al niño que llevamos dentro y obligarlo a que madure.

Martín dijo...

A mí me trataron mal, con tanta coherencia, que siempre supe a que atenerme.

Sofía dijo...

Los consejos no deberían coaccionar, pero sirve que te muestren otro punto de vista.

Laura dijo...

Mi prima me decía que tenía que estimular la creatividad de mis hijos, compartir juegos con ellos, estar disponible para sus deberes, llevarlos a la placita, hacerles comida casera, leerles un cuento todas las noches... Y yo no podía. De todo eso trataba de hacer algo, pero no me daban las energías. Entonces mi prima me decía que no podía ser, que si yo no trabajaba... que ella en cambio llegaba del trabajo dispuesta a ser mamá.
Todo eso me angustiaba mucho. No poder estar a la altura de lo que se esperaba de mí. Esa angustia sólo empeoraba las cosas. En ese momento me habría servido más que me dijeran que si buscaba ayuda, esa situación iba a pasar, que no la pensara como definitiva, y que el mundo de mis hijos no se circunscribía sólo a mi.

Rulo dijo...

Me costó pero con el tiempo le fui conociendo los puntos a mi vieja. Cuando se levantaba alunada, había que darle una mano, fregar los platos o hacer un mandado; entonces al poco rato se le pasaba.

Oliverio dijo...

Como del dicho al hecho hay mucho trecho, lo que yo he hecho es decir poco y demostrar con hechos.