jueves, 9 de junio de 2011

Creemos y escribimos con libertad

Sin que aún podamos hablar de «anarquía», los humanos estamos comenzando a independizarnos religiosa y ortográficamente de las instituciones que tradicionalmente han dictado qué debe creerse y cómo debe escribirse.

Decir que «todo tiene que ver con todo» constituye una afirmación tan genérica que al decirla no estamos aportando nada al conocimiento de quien nos escucha.

Sin embargo parece bastante lógico pensar que si nos concentramos en la grandeza, armonía y funcionamiento del universo, no sería extraño concluir en que los fenómenos más dispares de alguna manera se influyen.

En un intento de afinar algo esa afirmación aportando datos más concretos, les comentaré una posible relación entre el fenómeno religioso y la ortografía.

Por causas que no conocemos exactamente, es posible afirmar que la religiosidad tiene manifestaciones más individualistas, personales, independientes.

Venimos de una época en la que los creyentes tenían que cumplir ciertas órdenes eclesiásticas.

El caso más visible por su antigüedad y poder de convocatoria lo tenemos en la Iglesia Católica regida por sus autoridades radicadas en el Estado de la Ciudad del Vaticano, ubicado dentro de la Ciudad de Roma (Italia).

Los representantes de esa autoridad son los curas y las monjas quienes se vinculan con los ciudadanos comunes para dirigir sus creencias.

Sin embargo, hoy tenemos un fenómeno nuevo y es que los creyentes forman su propio credo que en definitiva consiste en contar con la ayuda de Cristo, de La Virgen María, de uno o más santos canonizados por la Iglesia más algún otro santo canonizado popularmente, sin la confirmación papal.

Al conjunto de estos últimos alguien lo denominó con acierto el Santoral Profano.

Este código de vinculación religiosa personal y autodeterminada, parece corresponderse con que el pueblo también decide cómo se escriben las palabras (ortografía), sin acatar la confirmación de la Real Academia Española.

Nota: La imagen corresponde al Gauchito Gil, santo profano del que existen múltiples lugares de culto en todo el territorio argentino.

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11 comentarios:

Arnaldo dijo...

Al afirmar que todo tiene que ver con todo, estamos aportando la idea de que en nuestro mundo todo, está interconectado. Esta concatenación no sólo existe en cada individuo, sino en el universo conocido.
Al respecto recomiendo la película "El efecto mariposa" (habla más de intuiciones que de descubrimientos científicos, pero se apoya en conocimientos que ya se dan por ciertos)

Morgana dijo...

Por qué los gauchos santos parecen mujeres?

felicia dijo...

sin dudas la independencia es más sana que la dependencia, siempre que no olvidemos la realidad: dependemos de todos

el poeta dijo...

Soy un santo profanador de tumbas.
Les abro las puertas para que las almas vuelen a la memoria de sus seres queridos.

Luisa dijo...

Vaya a saber uno cuántas veces, a lo largo de la historia, nos habremos independizado ortográfico y religiosamente.

Morgana dijo...

El cabello suavemente ondulado es más santo que la mota. Al menos así lo parece.

Chapita dijo...

Y a los ciudadanos especiales, quién les dirige las creencias?

Elbio dijo...

La iglesia católica tiene unos 1.200 millones de fieles. No es tanto, si pensamos que la población china asciendo a unos 1.287 millones de habitantes.

Joaquín dijo...

Sí, sólo un bajo porcentaje de curas y monjas le prestan atención a los dictados papales. Por lo tanto el resto de los fieles mucho menos.

Leticia dijo...

Quiero tener los boucles, el brillo, el largo, el color, la naturalidad... del cabello del gauchito Gil!

Ma. Eugenia dijo...

Por qué será que la bondad siempre tiene que ir acompañada de belleza?