
La lógica de «suma cero» (1) está en el centro de algunos funcionamientos mentales, determinan muchas acciones y por este motivo es interesante observarla detenidamente.
La definición breve dice que, los intercambios entre dos o más personas son de «suma cero» cuando lo que ganan unos es igual a lo que pierden los otros.
Por ejemplo, los jugadores de póquer logran que, en cada partida, uno se quede con el dinero que los otros apostaron. En el ajedrez, cuando no hay empate, alguien gana porque su oponente pierde.
El fútbol es el deporte que convoca a una mayor cantidad de interesados, ocasionales o fanáticos.
Si estudiamos las normas, reglamentos y fenómenos que ocurren en torno de este juego, tendremos una visión bastante confiable de cómo somos los seres humanos.
Cada cuatro años el mundo se convulsiona con el gran campeonato en el que un único trofeo será entregado a quien gane una serie de partidos.
El diseño del gran certamen determina que haya un único ganador y muchos perdedores.
Por lo tanto, ya estamos en condiciones de afirmar que los seres humanos disfrutamos de esta situación, al punto de crear condiciones ficticias (un juego, un campeonato, un reglamento), por el que inevitablemente se producirán una cantidad de fracasos.
De más está decir que muchos otros juegos, no tan populares como el fútbol, también atraen el interés de los hinchas ofreciendo un único trofeo.
La conclusión más abarcativa es que, los humanos practicamos el cultivo intensivo de la envidia.
Los grandes torneos no toleran varios ganadores, los fanáticos no soportan compartir un trofeo. Procuramos que muchos pueblos queden en condiciones de envidiar a uno sólo … que se ufanará por ello.
Propongo que la envidia deje de ser uno de los siete pecados capitales.
(1) ¡Tranquilos! Hay para todos
La poligamia comercial
¿Quién tiene lo que me falta?
Un trozo de PBI con Coca-Cola
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