lunes, 24 de enero de 2011

«A» es mejor que «B» y peor que «C»

Todo adjetivo calificativo surge de una comparación odiosa.

Es muy angustiante para cualquier mujer recibir la opinión de su compañero (esposo, concubino, amante) en la que él expresa una flagrante comparación con su mamá:

— «Ella cocina más rico que tú»;

— «Mamá capta mejor que tú cuándo no hay que hablarme»;

— «Mamá sí que administra bien el dinero que entra en la familia...».

No me extrañaría que la conocida frase «Las comparaciones son odiosas», haya sido creada por una mujer cuyo amor propio fue herido por un varón torpe, desconsiderado, edípico.

Sin embargo, esta primera mujer fue rápidamente seguida por otras víctimas, pero de ambos sexos.

Los varones también sufrimos con las comparaciones perjudiciales con algún suegro habilidoso, con un ex-novio divertido o con algún personaje de ficción que reúne características básicas y elementales pero que para nosotros resultan vergonzosamente inaccesibles.

Gracias a Les luthiers sabemos que «El que piensa, pierde».

Y eso fue lo que me ocurrió a mí una vez más.

Analizando serena y desprejuiciadamente la contracara de las situaciones mencionadas más arriba, llegué a la conclusión de que las alabanzas, los piropos y agasajos más apetecibles, también tienen su origen en una «comparación odiosa».

— «Me fascinan tus ojos», tiene una parte no enunciada que dice: «Los ojos de Miguel dejaron de gustarme»; «Tus ojos me fascinan tanto como los del esposo de mi amiga»; «Me fascinan tus ojos porque nadie más me mira».

— «Soy dichosa de tenerte»; «…porque soy conformista y no tengo tantas pretensiones»; «Soy dichosa porque mis once amantes anteriores me aburrieron»; «Ya sé por experiencia que un hombre muy codiciado por las otras, sólo me traería problemas».

— «Nadie sabe hacer el amor como tú»; «Sólo quería ser madre y prefiero alguien ‘tranquilo’»; «Los compañeros de oficina son unos torpes»; «… aunque prefiero masturbarme».

Nota: La imagen corresponde a la clásica publicidad de los tratamientos adelgazantes, en la que se sobreentiende que la delgadez es más bella que el cuerpo natural.

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12 comentarios:

Elbio dijo...

Percibimos dentro de un contexto determinado, es decir, en relación a otros objetos, a determinadas distancias, desde determinada perspectiva. Por lo tanto yo reconozco un objeto porque en comparación con otro, es diferente.
Las comparaciones serán odiosas, pero son inevitables.

Lola dijo...

De todos modos las alabanzas, los piropos y agasajos, serán bienvenidos!

Alberto dijo...

Creo que las comparaciones que más hieren nuestro amor propio, son las que nos hacemos nosotros mismos.

Marta dijo...

El hombre y la mujer deberían dejar de compararse y empezar a entender que la competencia de los sexos no tiene sentido.

Oriente dijo...

Obsérvese que en las fotos del tipo "before-after", after siempre se fotografía de más lejos.
Del mismo modo sucede con el resto de las comparaciones: siempre tienen algo de engañoso.

Martín dijo...

Mi novia puede quedarse tranquila. Saldrá victoriosa de todas las comparaciones con mi madre.

Milton dijo...

En la crítica, se nos compara y perdemos.
En la alabanza, se nos compara y no sabemos como salió el juego.

Maruja dijo...

A las alabanzas no hay que analizarlas demasiado. Lo importante es que no te inclinen a hacer cosas de las que luego podrías arrepentirte.

Nazareth Inglese dijo...

Soy dichosa de tenerte
en mi rancho
de barro y paja.
Pero nunca te calientes
si te digo
que peor es nada.

Roque dijo...

Permítame enviarle un mensaje a una criatura que es habitué de sus blogs:

ME FASCINAN TUS OJOS PORQUE NADIE MÁS ME MIRA CON TANTA DULZURA

Zoé dijo...

Un hombre muy codiciado por las ostras, siempre será recibido acaloradamente.

Yoel dijo...

Adán y Eva vivían en el Paraíso porque tenían muy acotadas las comparaciones.