lunes, 31 de enero de 2011

El podio de los perdedores, es más grande

Los humanos gozamos disimuladamente provocando fracasos.

La lógica de «suma cero» (1) está en el centro de algunos funcionamientos mentales, determinan muchas acciones y por este motivo es interesante observarla detenidamente.

La definición breve dice que, los intercambios entre dos o más personas son de «suma cero» cuando lo que ganan unos es igual a lo que pierden los otros.

Por ejemplo, los jugadores de póquer logran que, en cada partida, uno se quede con el dinero que los otros apostaron. En el ajedrez, cuando no hay empate, alguien gana porque su oponente pierde.

El fútbol es el deporte que convoca a una mayor cantidad de interesados, ocasionales o fanáticos.

Si estudiamos las normas, reglamentos y fenómenos que ocurren en torno de este juego, tendremos una visión bastante confiable de cómo somos los seres humanos.

Cada cuatro años el mundo se convulsiona con el gran campeonato en el que un único trofeo será entregado a quien gane una serie de partidos.

El diseño del gran certamen determina que haya un único ganador y muchos perdedores.

Por lo tanto, ya estamos en condiciones de afirmar que los seres humanos disfrutamos de esta situación, al punto de crear condiciones ficticias (un juego, un campeonato, un reglamento), por el que inevitablemente se producirán una cantidad de fracasos.

De más está decir que muchos otros juegos, no tan populares como el fútbol, también atraen el interés de los hinchas ofreciendo un único trofeo.

La conclusión más abarcativa es que, los humanos practicamos el cultivo intensivo de la envidia.

Los grandes torneos no toleran varios ganadores, los fanáticos no soportan compartir un trofeo. Procuramos que muchos pueblos queden en condiciones de envidiar a uno sólo … que se ufanará por ello.

Propongo que la envidia deje de ser uno de los siete pecados capitales.

(1) ¡Tranquilos! Hay para todos

La poligamia comercial

¿Quién tiene lo que me falta?

Un trozo de PBI con Coca-Cola

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9 comentarios:

Álvaro dijo...

Sin duda, jugando somos más crueles que comerciando.

Marta dijo...

Parecería que en el juego hacemos realidad la fantasía de liquidar al padre para ser el falo de la madre.

Marcos dijo...

La envidia podría seguir siendo uno de los siete pecados capitales, en tanto que nos deja anclados en un funcionamiento infantil.

Norton dijo...

Aceptar un segundo lugar es penoso. Juego si sé que voy a ganar; de lo contrario me abstengo.

Daniela dijo...

Fracasar aleja el temor de violar la ley del incesto.

Elbio dijo...

Desde el lugar de espectadores, disfrutamos sin pruritos como los perdedores van dejándole paso al ganador. Luego, naturalmente, nos identificaremos con ese ganador y seremos virtualmente felices.

Maristela dijo...

Necesitamos convencernos de que aún perdiendo, podremos sobrevivir.

Arnaldo dijo...

Competir para ganarle a otro, se transforma en una cuestión moral. Pululan los discursos respecto a la actitud que debe mantener el competidor: pelearla hasta el último momento, valorar al contrincante, ser humildes, tener espíritu de equipo, jugar limpio, dar el ejemplo.
Erróneamente creemos que la lógica de la "suma cero", nos hace más buenos.

Karen dijo...

En la foto, los que tienen los trofeos más chicos son los más petisos. Tengo motivos personales para repudiar esos resultados.