martes, 15 de diciembre de 2009

Arquitectura mental

Un arquitecto observa el terreno donde hará una construcción y se asegura sobre la resistencia del suelo.

Si no todo el piso es firme, apoyará el peso de la construcción sobre los puntos resistentes que encuentre aunque para hallarlos tenga que cavar muy hondo.

Para persuadir a una o más personas es necesario hacer algo parecido.

Todos tenemos ciertas convicciones, creencias firmes, ideas inamovibles.

Otras ideas serán más inestables, sujetas a ser cambiadas fácilmente, con un alto contenido de incertidumbre.

Ideas fuertes son por ejemplo «soy una buena persona», «mi familia es sagrada», «existe Dios» e ideas débiles son por ejemplo «mi cuñado es un buen tipo», «Gabriel García Márquez es el mejor escritor», «en los políticos no se puede confiar».

En toda población existen mayorías y minorías. Esto significa que la mayor parte tiene características comunes y una minoría tiene características especiales.

Las mayorías suelen compartir las ideas fuertes y las débiles. Son personas que están a la moda, que tienen «sentido común», que por cumplir con una norma estadística, son «normales».

Las minorías suelen ser más imprevisibles. No son cautivos ni de la moda, ni de las ideologías, ni de sus propios antecedentes.

Si pudiéramos suspender transitoriamente nuestra capacidad crítica, diríamos que las mayorías están conformadas por personas esclavas y que las minorías por personas libres.

Es necesario suspender la capacidad crítica para no caer en la simpleza de pensar que ser libre es bueno y ser esclavo es malo o al revés.

Si nos abstenemos de juzgar como bueno y como malo la forma de ser de los demás, podremos actuar como un arquitecto cada vez que hablemos con alguien para construir nuestros argumentos sobre sus ideas firmes y no sobre sus ideas débiles.

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10 comentarios:

Javier dijo...

o sea, para convencer, nunca dinamites los bastones del otro

CHECHU dijo...

NO ME INTERESA QUE ME CONVENSAN

Lic. Elena A. dijo...

Hace poco descubrí que para hablar en público (lo que me pone muy nerviosa) es necesario estar convencida de lo que dices. Cuando repito conceptos poco firmes para mi entendimiento, tambaleo, quedo en blanco y tengo que recurrir a leer la exposición en lugar de transmitirla sin necesidad de mediadores (me refiero a la palabra escrita).

Lapido dijo...

El suelo más resistente es el de arena y sin embargo es el más moldeable y flexible, por decir de alguna manera.

Alicia dijo...

Soy fácil. Creo en la suerte. Apenas una raspadita para construir mi alegría.

(en Uruguay la "raspadita" es un juego de azar. Son tarjetitas que se raspan con una moneda o con la uña y tienes la chance de obtener un premio o el clásico "vuelve a participar")

Teresa dijo...

Las ideas inamovibles también se erosionan; como las rocas.

Guyunusa dijo...

El comentario de Javier me hizo recordar los bastones o muletas que aparecían en muchas pinturas de Dalí. Recuerdo una en especial, en la cual un rostro aparece sostenido por varias muletas. Lo veo como una buena metáfora de la función que cumplen nuestas creencias.

Espartaco dijo...

Ser esclavo es MALO.

Rosana dijo...

Me parece que la esclavitud a la que se refiere el Licenciado, no es la esclavitud en su sentido más literal, sino la esclavitud de ser pensados por otros.

Jesús María Serrano dijo...

Joder, ahora resulta que mi psicoanálisis como no es rioplatense no sirve para nada.

¡Estos psicólogos!

Bueno, visita mi blog y ya puestos, también esta página que seguro te llenará el alma de alegría:

www.arteydesnudos.ning.com

Jesús María