Creemos en el libre
albedrío para asegurarnos de que padeceremos dolorosos errores necesarios
para conservar el fenómeno vida (1).
La sexualidad humana es muy sencilla pero se
torna difícil y hasta imposible de entender si insistimos con que los humanos
tenemos libre albedrío.
Esta pretensión, creencia o dogma nos causa
graves problemas y no serían tan molestos si no fuera porque la necesidad que
tenemos de creer en nuestra capacidad de tomar decisiones, es tan importante
para nuestro ego.
Hasta me animaría a decir que lo que más nos
importa no es tanto suponer que somos libres de hacer lo que se nos antoja,
sino que lo único que pretendemos es ser diferentes al resto de los animales.
Esta creencia en que «hacemos lo que se nos antoja» es
fundamental a la hora de imaginarnos con poder.
¿Y por qué
somos tan dependientes de tener poder?
Sin
olvidarnos de que para vivir tenemos que hacer un esfuerzo físico que consume
energía y que cuando estamos sin ella, nuestra vida corre peligro, quizás
exista una causa escondida de por qué somos tan dependientes de tener poder.
En varias
ocasiones (1) he comentado que nuestras reacciones ante el dolor y el placer
parecen haber sido instaladas por la naturaleza para que el fenómeno vida no se interrumpa.
Pues bien,
anhelamos tener poder precisamente para quedar expuestos al dolor que significa
darnos cuenta que en realidad no lo tenemos.
En otras
palabras: como la conservación de la vida depende de acciones provocadas por
nuestros dolores y placeres, entonces nuestra inocultable exposición a cometer
errores de consecuencias dolorosas, podemos explicarla diciendo que «la
naturaleza nos hizo falibles para que nunca nos falten dolores que dinamicen el
fenómeno vida».
Resumo: la popular creencia en el libre albedrío nos provoca dolorosas
equivocaciones necesarias para conservar la vida.
(1) El blog titulado Vivir duele reúne los artículo que comentan cómo «La Naturaleza
nos provoca dolor y placer para que el "fenómeno vida" no pare»
(Este es el
Artículo Nº 1.632)
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13 comentarios:
Puede ser. Tiene razón. Tuve a mi cargo a mis ancianos padres, después, a mis pequeños nietos. Hoy, de la noche a la mañana, siento un profundo vacío: me siento mal, sola, innecesaria. (De mis padres se ocupará mi hermana, de mis nietos, sus padres). ¡¡Ya sé!! Convocaré a mi suegra para que se venga a casa unos días..., total, solo padece leucemia.
Retomo una de sus frases: ¨nuestras reacciones ante el placer y el dolor parecen haber sido instaladas por la naturaleza, para que el fenómeno vida no se interrumpa¨. Efectivamente, a partir del dolor que genera el nacimiento y luego el hambre, el niño sobrevive y accede al placer que le proporciona haber sido alimentado.
Si no creyéramos en el libre albedrío, ¿estaríamos a salvo del dolor?. Creo que la respuesta es clara: no.
Concuerdo con Mieres en que el libre albedrío es una ilusión.
El determinismo no sugiere que tengamos un destino marcado. Cada acto de nuestra vida está multideterminado y el destino final, desde el presente, es una incógnita.
Sufrimos tanto por la posibilidad de ¨elegir¨, como por el hecho de estar multideterminados.
A causa de la creencia en el libre albedrío, nos sentimos culpables de nuestros errores. La culpa nos dificulta hacernos responsables de esos errores, lo que sería algo muy distinto. Asumir la responsabilidad implica adoptar la actitud de mejorar lo que es mejorable. La culpa sólo mortifica, nos hace sentir que ya, con el hecho de sentir culpa es demasiado. No se nos pida más. Me siento culpable, me arrepentí, discúlpenme. Es muy probable que entonces nos olvidemos de reparar.
La sexualidad humana no es sencilla porque nuestra cultura tampoco lo es. Para peor (y para mejor) está en constante cambio.
Tomar decisiones es importante para nuestro ego porque así creemos que tenemos el control de nuestra vida y que podemos lograr un éxito perdurable.
Tener la vivencia de que tomamos el timón y dirigimos nuestra nave, es algo que nos sucede con frecuencia. Aún a los que no creemos en el libre albedrío. La diferencia está en que quienes no creemos posible controlar las variables del viento y las mareas, no desesperaremos cuando surjan imprevistos.
No necesitamos pretender ser distintos al resto de los animales. Cada especie lo es. Cada especie animal o vegetal, es distinta.
Somos dependientes de vivir la sensación de poder. Sea con una buena moto o sea teniendo a cargo una multitud de subordinados. El poder parece darnos súper-poderes, pero no es así. Por el contrario, el poder nos expone a múltiples dificultades y responsabilidades. Nos obliga a gastar mucha energía. Y también nos da vida.
El poder se puede ejercer y vivir de distintas formas. Cuando el poder va unido a la humildad y al respeto profundo hacia el otro, es una buena cosa.
Poder implica la posibilidad de producir, de crear, de multiplicar. El poder nunca se ejerce solo, porque somos animales gregarios. Necesitamos (hoy más que nunca) unirnos a otros para poder. Hacemos en conjunto y aún si hacemos solos, siempre habrá implicados en lo que hacemos.
¡Q lindas pantorrillas tiene supermán!
Lo que usted dice me es imposible de comprender.
aaa, entendí, mariana, el libre albedrío sirve para sentirnos mal por la culpa que nos inventamos...
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