«Creer» es imprescindible para vivir. Podemos creer pasivamente (con ingenuidad) y podemos creer activamente (para no invalidar ninguna hipótesis).
El verbo «creer» tiene varios
significados según el D.R.A.E. (1), pero todos esos significados parecen
resumidos en el primero:
«Tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o
que no está comprobado o demostrado.»
La acción de «creer» es
importantísima a lo largo de toda la existencia. Es claro que las más
importantes son «vivir»
y «conservar la especie», pero podría decir que «creer» es la tercera en
importancia.
Según puedo
entender, (apoyándome en mi propio cerebro y en el suyo, para que trabajen
juntos), existen dos formas de «creer»: una pasiva y otra activa. Extrañamente,
una no es la inversa de la otra, sino bastante diferentes.
La
«creencia pasiva» es la que tienen los niños y los adultos inocentes o que por
alguna discapacidad intelectual pueden ser catalogados de ingenuos.
Quizá la
mayoría de la población mundial pertenece a esta categoría. Los adultos
inocentes «creen» en lo que les fue enseñado, en lo que les dijeron sus
educadores, en las tradiciones de su grupo de pertenencia, en lo que dicen sus
líderes políticos, religiosos y morales.
Estos niños
y adultos inocentes pueden tener necesidad de hacer consultas propias de ese
nivel intelectual a personas que se dedican a evacuarlas.
Estos
«asesores de gente inocente» se especializan en demostrar la coherencia de su
sistema de creencias.
Una de las
preguntas podría decir: «¿Cómo se explica que, siendo Dios infinitamente
bondadoso, permita que una madre de cinco niños pequeños fallezca
prematuramente?».
La
«creencia activa» es aquella según la cual alguien es capaz de creer cualquier
hipótesis al solo efecto de ponerla a prueba, para ratificarla o
descalificarla.
La
«creencia activa» permite estudiar hasta la idea más descabellada sin
invalidarla prejuiciosamente.
(Este es el
Artículo Nº 1.624)
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12 comentarios:
No invalido ninguna hipótesis porque creo que todo pensamiento merece ser tenido en cuenta. Lo que viene de otro puede muostrarme cosas que yo no veo.
Creer en algo y tener confianza, me parece que se vinculan. Es importante creer y tener confianza en nuestros hijos, nuestro cónyuge, nuestros amigos. Con el resto de la familia quizás sea un poco distinto, podemos desconfiar, pero llevarnos mas o menos bien. Si no hay confianza los vínculos terminan ahogándonos; incluso enfermándonos. En la infancia es muy importante que nuestros padres confíen en nosotros. A partir de ahí habrán más posibilidades de que podamos confiar en los otros.
Con respecto a creer y tener confianza, cito una frase de Miguel de Cervantes, que encabeza uno de los capítulos del libro del Ps. Gabriel Rolón, ¨El lado B del amor¨: ¨si los celos son señales de amor, es como la calentura* en el hombre enfermo, que al tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta¨.
*creo que la palabra calentura alude a fiebre.
Cierto que la pregunta puesta como ejemplo, es una pregunta inocente o más bien diría yo, inmadura. Dios no puede ser captado a través de la razón, por eso cualquier pregunta que aluda a la lógica, no tiene sentido.
Poner a prueba cualquier hipótesis, exige valentía. Implica tener la capacidad de desordenar nuestra estantería y volverla a ordenar todas las veces que sea necesario.
En general somos perezosos para pensar, aunque algunas personas tienen la suerte de disfrutar pensando.
Si somos perezosos e inseguros, usaremos nuestras creencias como escudos. Nos atrincheraremos en ellas, es decir, todo lo contrario a tener una cabeza abierta.
Las ideas descabelladas nos infunden temor porque tememos perder nuestras referencias, desorientarnos, no saber cómo actuar frente a las situaciones que se nos presentan.
Cuando empecé a estudiar psicología, las ideas de Freud me parecían descabelladas. Me llevó mucho tiempo digerirlas. No creo que haya sido por tener una deficiencia intelectual, más bien pienso que lo nuevo necesita un lento proceso para ser asimilado.
Creer es muy importante para tener ganas de vivir. Si no creyéramos no podríamos proyectarnos, imaginarnos en un futuro, hacer planes, tener sueños, trabajar para hacer realidad nuestras metas.
No sé si lograré todo lo que me propongo. No está demostrado que así sea. Muchas veces he fracasado y otras he triunfando. Nunca sé qué sucederá la próxima vez.
Por suerte creo, creo en mí misma. En algunos momentos de mi vida me he quebrado y esa creencia desapareció. Pero luego ha vuelto a reaparecer, me es difícil darme cuenta por qué. Quizás sea porque algunas veces me ha pasado que confiando más en mí, que en la opinión de los otros, me ha ido bien.
¨Si no creyera en lo más duro,
si no creyera en el deseo,
si no creyera en lo que creo,
si no creyera en algo puro¨.
Fragmento de ¨La masa¨ de Silvio Rodríguez.
Como dice Fernando luego de consultar el diccionario: creer es tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado.
Por lo tanto en el acto de creer, está la ausencia. La ausencia de certeza, la ausencia de objeto. Por este motivo quiero citar un pensamiento de Alejandro Dolina, que viene al caso:
¨El Universo es una inmensa perversidad hecha de ausencia.
Uno no está casi en ningún lado.
Sin embargo, en medio de las infinitas desolaciones hay una buena noticia: el amor¨.
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