Las mujeres post-menopáusicas pierden el deseo sexual y la compañía masculina se torna difícil por lo innecesaria.
Como he comentado, hombres y mujeres nos
diferenciamos más de lo que suponemos, al punto que podríamos ser estudiados
como si fuéramos dos especies diferentes (tanto como cebras y jirafas, por
ejemplo) (1).
En el plano de la conservación de la especie
es donde se encuentran las diferencias más notorias, porque las hembras de
todos los mamíferos tienen una participación infinitamente superior a la de los
machos (2).
Como en nuestra especie nos regimos por el
instinto (como cualquier otro animal), pero con el agregado de una cultura que
funciona como si fuera un segundo instinto y que muchas veces oculta al
original, nuestros comportamientos como mujeres y hombres es muy diferente por
la influencia de anatomías y funciones reproductivas diferentes, pero también
somos diferentes (entre hombres y mujeres) porque el «segundo instinto» (la cultura), aumenta las
complicaciones de nuestras conductas.
Dado que en
nuestra especie no contamos con un período de celo, podemos decir que nuestra
hembra aumenta su deseo sexual cada vez que ovula (período de fertilidad), es
decir, una vez por mes.
Durante la
ovulación ella instintivamente busca ser fecundada aunque la cultura
distorsiona neuróticamente ese impulso para volverlo muchas veces
irreconocible.
Esta mezcla
de impulsos instintivos y de distorsiones culturales, provocan variados
fenómenos, de los cuales solo mencionaré uno.
Ellas
tienen un periodo reproductivo que va desde los 10-14 años a los 48-52
aproximadamente, durante el cual suelen estar acompañada por un varón porque
sus hormonas así se lo exigen (aunque utilice barreras anticonceptivas).
Una vez
terminado el período reproductivo (después de la menopausia), ellas carecen del
deseo sexual reproductivo pero igual intentan replicar (infructuosamente) aquel
período durante el cual las hormonas le atraían y conservaban por lo menos un
varón.
(Este es el
Artículo Nº 1.641)
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9 comentarios:
Supongo que cuando llegue a ese momento en que dejen de interesarme los varones como machos, no lo lamentaré. Pero visto desde el momento de la vida que estoy cursando, me parece tristísimo.
A menudo los hombres están en condiciones de fecundar hasta el último día de sus vidas. Eso diferencia claramente al hombre de la mujer. Entiendo, sí, que desde ese punto de vista son dos especies diferentes.
Qué poder inmenso el de la cultura, como para lograr que el instinto original quede oculto. Y nos resulta difícil conectarnos con ese instinto original oculto.
Extrañar aumenta el deseo sexual, independientemente de la ovulación.
Cuando una mujer de 60 años dice que le gustaría tener a ¨alguien¨ con quien salir y tener un vínculo como de pareja, a qué se refiere. ¿Quiere ir al cine, a tomar un café, o quiere lola?
Las mujeres que pasamos los sesenta, tenemos una vida atrás. Muchas nos casamos, tuvimos hijos que crecieron, algunas nos divorciamos, otras enviudamos. Toda esa vida sobre nuestras espaldas actúa como carga, pocas veces como motor. A veces no nos sinceramos con nosotras mismas y nos ocultamos el deseo de volver a empezar, porque sabemos que volver a empezar, formar una nueva familia, volver a tener hijos, es imposible. Nos contentamos con los nietos. Otras no tenemos ningunas ganas de volver a empezar, queremos hacer todo lo que no hicimos cuando estábamos a cargo de una familia. Dentro de ese grupo, algunas quieren encontrar el amor y otras hacer gimnacia, aprender computación, tener una rica vida social y cultural. Las que quieren encontrar el amor, están bastante desalentadas porque consideran que nunca lo encontraron realmente. Sienten que su vínculo de pareja anterior fue todo un fracaso y no quieren volver a repetir algo similar. Existe otro subgrupo dentro de ese grupo que busca el amor, que se sabe capaz de encontrar amores. Así como una vez encontró, se siente capaz de volver a encontrar. Otro subgrupo cree que encontró una vez el amor, ese amor que fue el amor de su vida, y que nunca volverá a encontrar nada similar, ¨nada que valga la pena¨. ¿Cuál es esa pena? Esa pena es todo lo que sufrieron con ese amor, pero que los recuerdos gratos permitieron olvidar. Muchas mujeres mayores de 60 tienen miedo de volver a sufrir.
Acabo de cumplir 53, Don Mieres.
Las mujeres que llegan a los sesenta, pegadas a sus hijos, son las que dicen que quieren conseguir pareja pero no la consiguen porque ya la tienen.
Soy una de esas sesentonas querendonas. Creo que no soy la excepción que confirma la regla, querido Mieres.
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