El respeto a los Derechos Humanos
conserva cierto nivel de inseguridad ciudadana crónica. Solo para erradicarla transitoriamente, suelen
aplicarse procedimientos de extrema violencia.
Cuando hablamos de un padecimiento crónico
(1), solemos entender que es algo que padeceremos por el resto de la vida, sin embargo significa que es una
enfermedad de larga duración pero que algún día podría sanar si no morimos
antes.
Una enfermedad se vuelve crónica cuando el
cuerpo no logra terminar con los microorganismos patógenos que la causaron.
En estos casos, el sistema inmunológico
claudica con el trabajo a medio terminar. El cuerpo queda como un país invadido
por un pueblo invasor que no llega a tomar el poder total pero que tampoco se
retira vencido.
Tanto el cuerpo con una enfermedad crónica
como un país parcialmente ocupado, bajan drásticamente su rendimiento,
predomina el cansancio, la tristeza, el abatimiento.
La naturaleza opta por este tipo de solución
porque prefiere conservar la vida. En forma paralela, los países que llegan a
ese punto intermedio del conflicto, lo hacen porque luchar hasta morir implica
perderlo todo.
Como decía al principio, la palabra «crónico» no significa «eterno» sino
que significa «prolongado».
Es probable
que la naturaleza apunte también a la esperanza de que en algún momento el
enfermo recuperará la salud plena y, a nivel de país, algún día se irán los
invasores, serán expulsados, o, por el contrario, los nativos (invadidos)
tendrán que claudicar.
Ocurre algo
parecido con la delincuencia.
Un grupo de
ciudadanos decide transgredir las normas de convivencia en forma sistemática y
hacen que la población padezca los inconvenientes que de esa actitud se derivan.
Cuando los
gobernantes democráticos respetan las leyes sobre derechos humanos, se
establece un «compromiso» que genera la «cronicidad» de la inseguridad
ciudadana.
Solo
para erradicarla transitoriamente, suelen aplicarse
procedimientos de extrema violencia.
Nota: Los artículos publicados sobre
delincuencia, puede encontrarse en el blog Psicoanálisis y
delincuencia.
(Este es el
Artículo Nº 1.644)
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10 comentarios:
Para mí es confusa la definición de crónico aplicada a la salud. Dentro de los crónicos se agrupa a personas que -al menos con los conocimientos o el enfoque que tenemos hasta ahora- no podrán recobrar una salud plena. Sí podrán en algunos casos recobrar una buena o muy buena calidad de vida.
La extrema violencia no se puede erradicar. Ni siquiera transitoriamente. Al menos digamos que nos falta mucho.
Soy un país parcialmente ocupado por la tristeza. Me invado con tristeza, me invade la tristeza de otros.
Como luchar hasta morir implica perderlo todo, luchamos para mantenernos con vida, aunque sea a través de la tristeza.
Me llaman la atención esos enfermos crónicos que son clasificados como bipolares. Su cronicidad pasa por la alternancia de la alegría y la tristeza. Resisten en el altibajo. ¿Por qué necesitan el altibajo? ¿Para no claudicar? ¿Para negar la verdadera tristeza que ocultan los períodos de manía?
Quizás el respeto a los derechos humanos, su avance y profundización, nos lleve a acercarnos lo más posible a la erradicación de la delincuencia.
De acuerdo con Lautaro. Si en un futuro logramos que se hagan realidad en la práctica los derechos humanos que están promulgados en la ley, será porque estamos en un nivel de evolución mayor. Llegado a ese punto, la violencia extrema desaparecerá por si sola.
Los ciudadanos que transgreden las normas de convivencia de manera sistemática, no lo hacen porque lo decidan. Simplemente lo hacen porque no pueden hacer otra cosa. Están determinados para actuar de ese modo.
Si no se respetaran los derechos humanos aumentaría la violencia, a corto o mediano plazo. La represión llevaría a la acumulación de fuerzas que terminarían por romper los diques de forma violenta.
No sé si la naturaleza tiende a la armonía. Erupciones volcánicas, temporales, inundaciones, movimientos de tierra... Cada tanto la naturaleza convulsiona.
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