Con Rebeca tuvimos un amor apasionado, a pesar
de su marido o gracias a su marido.
Me enteré de su dirección porque la seguí
varias veces y al llamar a su apartamento para que alguien le abriera la
puerta, supe que vivía en el piso 24, igual que yo en mi edificio, ubicado a
unas diez manzanas.
Rebeca es ese tipo de mujer que además de ser
hermosa, sabe que lo es. Su marido, sin embargo, es común y corriente.
Cierta vez que la vi caminando más despacio,
le dije todo lo que pensaba y deseaba de ella, usando la más absoluta claridad
y como si se tratara de un discurso que yo había pronunciado mil veces.
Ella, notoriamente impresionada por mi aspecto
y mi facilidad de palabra, no me contestó ni me miró cuando tocó el timbre de
su apartamento para que le abrieran y rápidamente perderse en el largo y oscuro
corredor de su edificio.
Utilizando un telescopio, comencé a observar
sus movimientos pues, felizmente, yo veía todo lo que ocurría en las
habitaciones exteriores y en la azotea, donde ella salía a tomar sol y a tender
la ropa que lavaba.
Comencé a darme cuenta que las prendas que
colgaba incluían un mensaje de respuesta a mi abordaje. De izquierda a derecha,
como quien lee, colgaba un sostén rosado de encaje, luego una diminuta
bombachita haciendo juego, un baby-doll muy glamoroso y, separados por un largo
espacio, un calzoncillo y un par de medias masculinas.
Corrí a colgar de mi cuerda un pantalón
deportivo que hablara de mi estado físico, una camisa blanca que informaba de
mi pulcritud, y separado por un largo espacio, un pañuelo masculino para que
ella supiera que yo estaba libre para amarla.
Al día siguiente, su información fue más
audaz, provocativa: colgó tres pequeñas bombachitas, un par de medias de dama y
ninguna ropa masculina.
En respuesta, colgué mis cinco calzoncillos
para que supiera que yo estaba dispuesto a todo y que nada me detendría.
El diálogo continuó hasta que el viernes
colgué ropa proponiéndole seguirla nuevamente para concretar un encuentro. Así
lo hice.
Cuando me vio, apartó la mirada con un gesto
de disgusto. Pero enseguida me miró con picardía, corrió a colgarse de mi
cuello y puso un muslo entre mis piernas, enardeciéndonos aún más.
(Este es el
Artículo Nº 1.629)
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12 comentarios:
Me súper-recontra-encantó su cuento.
Súpercalifragilísticoespialidoso.
Cuando subo a la azotea cuelgo: tres pantaloncitos de bebé, diez pares de escarpines, un gorrito de lana con pom-pon, cinco camisetitas de algodón. En la otra cuerda cuelgo dos vaqueros; el mío y el de mi esposo.
Son etapas de la vida.
Olvidé decir que cuando ella salía a tomar sol, yo evitaba quedarme en la azotea de mi edificio. La encandilaba demasiado y eso no le resultaba agradable.
Él no se quedaba en la azotea porque se quemaba.
Siempre fui muy apasionada.
Qué desilusión!!! Pensé que me miraba a mí.
Tanta ropa que colgué con mensajes que nunca fueron descifrados!
Qué ingrata es la vida...
Lo sospechaba... Hace meses que veo a Rebeca distinta, cambiada... Cuando llega del súpermercado a veces se ríe sola. A veces olvida saludarme. Con el esposo está mucho más amable. Es como que perdió el malhumor que la caracterizaba.
Debo aclarar que cuando él dice que me habló y me dijo todo lo que pensaba y deseaba de mí, yo no escuché nada. No recuerdo en absoluto ese momento. Muchos vecinos se acercan para saludarme porque soy una mujer muy sociable y simpática. Capaz que me dijo algo... pero la verdad no me acuerdo.
Pero de la ropa sí te acordás, amor. Esos mensajitos eran más que claros. Decí que yo tuve paciencia y esperé a que sacaros los calzoncillos de tu marido.
JAJAJAJA!!!
Eso sí. Eso es verdad.
Pero nunca registraste cuando colgué una camisetita de bebé.
Mamá me contó esa historia. Nunca se la creí, aunque cuando papá nos abandonó y no supe más de él, pensé que era adoptada.
Capaz que mi papá no es mi papá.
Capaz que mi papá es ese cretino que cuelga calzoncillos!
Bah... qué más da. Ahora me pasan a buscar mis amigas y salimos a bailar.
La vida es una fiesta.
Cuando el marido es necesario para el amante es porque quiere un triángulo amoroso, no?
Se aprende psicología con esto cuentos raros.
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