Nuestra mente intuye que el «inconsciente» es la raíz del psiquismo y cuando proponemos soluciones «radicales» (de raíz), es porque querríamos eliminarlo.
Según parece el miedo a la muerte no existe
porque nuestro cerebro sólo puede entender la muerte de los demás pero nunca la
propia.
Lo que sí existe es el miedo al dolor, sin
olvidar que podemos sufrir por la muerte de otros y es recién ahí donde aparece
una referencia al «miedo
a la muerte», es decir, «el miedo al dolor inherente a elaborar un duelo».
Para
quienes acepten esta premisa será posible entender que el instinto de
conservación se refiere al dolor: instintivamente nos cuidamos de no sufrir.
Con nuestra
fantasía e imaginación podemos suponer, imaginar, creer que algún día
moriremos. Algunas personas pueden «verse» en un féretro y también enterradas.
Aunque apelando a esa misma imaginación
podemos adoptar resoluciones que se activarán cuando otros constaten nuestro
fallecimiento; lo que parece cierto es que nuestro cerebro no puede pensar la
propia muerte con la misma convicción que piensa qué almorzaremos, cómo será la
casa que construiremos, de qué forma invitaremos a tomar un café a «esa persona tan especial».
Si
suponernos que sólo tomamos medidas para salvarnos de algún dolor (herida,
pérdida, desilusión), podemos comentar también que la energía que aplicamos a
esa estrategia precautoria (prevencionista, evitativa) depende de cómo
imaginamos la amenaza: una gran amenaza nos inducirá a tomar precauciones más
enérgicas que una pequeña amenaza.
Es acá
donde aparecen las propuestas «radicales», «extremas», «drásticas», «tajantes»:
«extirpar de raíz».
Efectivamente,
nuestra mente concibe al homicidio como la mejor solución y a la metodología
bélica como la más eficiente.
Cuando
nuestra mente piensa en soluciones «de raíz» puede estar intuyendo que el
culpable de nuestras peripecias es el «inconsciente», por ser la raíz de
nuestra psiquis.
(Este es el
Artículo Nº 1.605)
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5 comentarios:
Sí, no podemos eliminar el inconsciente, aunque muchas veces querríamos, porque si bien nos protege, también nos conflictúa y puede empantanarnos en grandes problemas.
El marxismo propone soluciones de raíz. Propones soluciones de muerte.
La dialéctica de Engels, se basa en enfrentar una tesis, una antítesis y luego hacer una síntesis. Por eso propone la Dictadura del Proletariado. Toma ideas que considera válidas del capitalismo.
Edgar Morin propone en lugar de la dialéctica, la DIALÓGICA. Él plantea que no puedo manejar la dictadura o la democracia, porque yo tengo amabas partes (al dictador y al demócrata) y dialogo con ellas. El riesgo de manejarme con una sóla de ellas, me puede llevar a un pensamiento sectario, me puede llevar a adherir a una secta.
Por este motivo ya no me declaro marxista, ni comunista. Valoro el salto cualitativo que produjo esta ideología, pero ya no puedo adherir a ella. Me he dado cuenta que quiero ser emotiva y racional. Que la ciencia es ambivalente, que debo interiorizar la tolerancia, apostar a la tolerancia. Porque el ser humano es un ser de apuesta. Puedo hacerme responsable de la apuesta, pero no puedo controlar todos sus factores.
El comentario de Gabriela me lleva a pensar en el determinismo. Creo en el determinismo. Cuando yo digo, ¨Dios me pongo en tus manos¨, lo que estoy aceptando es que no soy dueña de mi vida. Yo digo Dios, pero no es necesario usar esa palabra tan connotada. Simplemente puedo decirme: acepto e intentaré manejarme con lo que me toque vivir.
La muerte es la amenaza más grande. No es sólo una amenaza es una realidad, pero la vivimos como amenaza. Por eso ante la muerte podemos tomar las precauciones más enérgicas. Enfrentar la muerte con más muerte.
No podemos imaginar nuestra muerte; sí la de un ser querido. No podemos creer que tanta maravilla termine por desaparecer completamente. Aunque quedemos incorportados a la tierra, eso igual nos parece muy poco. Estamos presos de nuestra visión antropomórfica de la realidad (o de lo que llamamos realidad compartida). Muchos psicóticos, a la vez que comparten nuestra realidad, al mismo tiempo viven otra realidad paralela, a veces muy metafórica, otras veces muy terrenal y lógica. Creo que ni siquiera ellos pueden escapar a la visión antropomórfica de las realidades.
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