La naturaleza protege algunas acciones criminales en tanto
estas son agentes de cambio favorables para el «fenómeno
vida».
Nuestro cuerpo es un gran laboratorio
bioquímico, que no conoce la inactividad excepto cuando muere.
Un continuo ir y venir de sustancias, provoca
cambios, alteraciones y reacciones celulares que, en poco tiempo son frenadas
por otras sustancias. Esa dinámica es similar a la de un vehículo que circula
en las calles de una ciudad muy transitada, en la que el conductor tiene que
arrancar, acelerar y frenar, para luego comenzar de nuevo.
Las sustancias que alteran las células se
denominan genéricamente agonistas y las que detienen esos
procesos se denominan antagonistas.
Este
hacer y deshacer, arrancar y parar, moverse y detenerse, son la vida misma.
Como,
desde mi punto de vista, todo nuestro acontecer es orgánico, entonces esas
sustancias agonistas y antagonistas también operan en la
psiquis.
En
tanto somos naturaleza, es decir, no
solo estamos en ella sino que formamos parte de ella, nuestra vida no solo
depende de las sustancias internas que funcionan como agonistas y antagonistas,
sino que también reaccionamos con fenómenos externos a nuestro cuerpo que
ofician en nosotros similares reflejos de activación del movimiento y detención
del movimiento.
Para
redondear el tema «lenguaje», mencionaré que la palabra «protagonista» alude al
agonista que funciona primero, al desencadenante, el que provoca la primera
reacción de cambio en una célula, en un cuerpo o en un grupo de personas. El
individuo protagonista es el agitador, revolucionario, activista.
Existe
un fenómeno de fascinación provocado por los delincuentes, que nos frena,
enlentece, desestimula, cuando queremos neutralizar las consecuencias de sus
actos criminales (homicidio, rapto, rapiña).
Caemos
en esa ineficacia porque la naturaleza, ante el fenómeno vida (1), protege a
los agentes de cambio sin considerar los daños que sufran algunos seres vivos.
(Este es el
Artículo Nº 1.598)
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8 comentarios:
Esto sí que es complejo y profundo, Doc!
Desde un punto de vista humano, las acciones criminales del resto de los animales son por ej. comerse a otro animal para sobrevivir. Nosotros hacemos exactamente lo mismo, salvo los vegetarianos, que también roban vida para vivir, pero supuestamente vida ¨de segunda categoría¨. Lo que vive es seguro que va a morir.
Mis sustancias antagonistas deben ser graves y persistentes.
Facundo Negri seguro que es Emo.
Lo grave está en pensar que los únicos fenómenos que nos hacen reaccionar son los externos.
Seguramente el individuo protagonista se cree único, y puede serlo dentro de su pequeño grupo. Con frecuencia no sabe que muchos otros están haciendo lo mismo, repartidos en distintos lugares del mundo.
O sea que frente a los delincuentes funcionamos igual que las sustancias antagonistas en las células. Esto deberíamos tenerlo muy en cuenta, a la hora de intentar resolver el problema de la delincuencia.
El último párrafo de su artículo me deja pensando...
No podemos dejar de ser parte de la naturaleza, así que estamos frente a un tremendo lío. Qué difícil enfrentarse a la naturaleza! Siempre lo hemos hecho, a veces con aciertos y muchas otras con fracazos. En esta cuestión de la delincuencia falta pensar y pensar. Probar, seguir probando. Ojalá que en un futuro muy lejano podamos... tomar medidas más inteligentes. Por ahora seguimos haciendo cosas que son importantes y a veces dan resultado. Hay que seguir.
Si no nos resignamos a la pobreza, tampoco podemos resignarnos a los estragos que provoca la delincuencia.
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