sábado, 24 de noviembre de 2007

La cinepatía de Edipo

Soy oriundo de la época en que se iba al cine por cantidad y no por calidad.

Según parece, el precio de la entrada a ese espectáculo de cinco horas era muy accesible porque mis padres (vendedor ambulante y modista) me daban el dinero para la entrada con buen humor, cosa que no sucedía con otras demandas de divisas que yo consideraba esenciales en mi canasta infantil básica.

Compruebo que otros hombres de mi edad tienen recuerdos tiernos de alguna maestra en particular, o de los postres y caprichos que le atendía una abuela, o de cierto seis de enero muy especial. Todos esos rubros los tengo en cero.

Mi enseñanza primaria estuvo a cargo de Doris Day y Rock Hudson. Los recreos se los debo a Jerry Lewis. A esos tres actores de los años sesenta quise parecerme. Inclusive a Jerry Lewis que siempre hacía de tarado.

Según mi propio diseño, el futuro incluiría tener una novia como Doris Day (rubia, simpática, siempre de buen humor, enamoradísima de Rock Hudson, a quien yo me parecería cuando fuera grande. Cuando murió de SIDA me enteré que era gay. ¡Qué desilusión!)

Las películas de cow-boys también recargaban mi afiebrada fantasía. A muy temprana edad me turbaba no poder comprender por qué el personaje más parecido a mí, el que al llegar al pueblo solucionaba todos los problemas, el que lograba enamorar justamente a la señorita que a mí más me apasionaba, cuando ya había solucionado todo y sólo le faltaba casarse con ella y tener muchos, muchos niños, se iba a solucionarle más problemas a otra gente y la dejaba a ella, pobrecita, empapada por las lágrimas.

Con mi fantasía de alta gama y mi cerebro de bajas revoluciones, tuvieron que pasar muchos años de análisis psicoanalítico para comprender en qué novela estaba actuando yo mismo, cuando me creía que en Hollywood actuaban para mí.

El dato que todavía no les pasé es que al llegar del cine, mis padres siempre estaban contentos y, sobre todo mi mamá —que era igual que yo, de piel muy blanca—, tenía las mejillas bien coloraditas.

Comprendí entonces que mi amor por el cine posibilitaba el amor entre ellos.

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12 comentarios:

Anónimo dijo...

yo si que tuve problema con mis viejos porque las paredes del edificio era refinitas y se oía todo. además mi viejo se cogía a la vieja cuando venía medio en pedo y hablaba superfuerte. ni les cuento el ruido que hacía la cama. muchas veces estuve a punto de ir a ver si se estaban peleando. menos mal que me aguanté.la verdad qe la niñez para mi fue una porquería.

Anónimo dijo...

ja-ja, está cómica la vuelta que le da al asunto. mi amor insoportable es con Tom Cruise. hasta ahora no he visto ninguna película mala. es un divino total. lo amo, lo amo, lo amo. el tema con mis padres es muy distinto porque cuando se divorciaron yo ya vivía con mi abuela y no recuerdo haberlos visto juntos. mi mamá ahora tiene un novio pero nunca se baja del auto y a mí casi no me saluda. ella dice que es un compañero de trabajo, pero una vez vi que se agarraban las manos. me gusta como escriben ustedes.

Anónimo dijo...

Hoy es la primera vez que entro a este blog y lo más impresionante es la cara del autor. Disculpame pero parecés medio loco. Leí sólo este cuentito y me pareció buenísimo. Dps capaz que leo algún otro. Todavía no me da para agregarlo a Favoritos. Quizás algún día.

Anónimo dijo...

Lo mio son la telenovelas brasileras. Algunos actores me parecen fascinantes. Al que realmente amo con locura es a Tony Ramos, que en realidad se llama Antônio de Carvalho Barbosa y que nació el 25 de agosto de 1948. Es un veterano precioso con el que me gustaría formar una familia y tener todos los hijos que él quisiera. Te amo Tony divino!

Anónimo dijo...

Casi lloro en público ¡hijo de puta!

Anónimo dijo...

Sí! toda esa época la viví yo también. Me dio mucha nostalgia. Hasta me enojé conmigo misma:de niña no les perdía la pisada a mamá y papá. Ahora, ya con hijos grandes y buscando nuevamente compañero, sigo vigilando a mi padre. Me doy cuenta que lo sobreprotejo. Le vigilo a una viejita encantadora que para mi gusto le habla demasiado por teléfono. Le digo:"papá, esa vieja quiere tu plata, además está tan achacosa... cómo te van a cuidar"

Y me doy cuenta de que en realidad no quiero ir al cine para no dejar al viejo solo.

Anónimo dijo...

felicitaciones por el texto y por todo el blog en gral.
Bueno, profundo, interesante.

Anónimo dijo...

qué lindo texto, lo leí como 4 veces. QUIERO CONOCERTE.

Anónimo dijo...

què le pasa a ese tal Iglesias ... debe andar solo, muy solo

Anónimo dijo...

viste que Freud dice que la competencia para el niño en el Edipo es el padre del sexo opuesto.
¿a vos no te pasó de sentir que la peor competencia eran tus hermanos?

Anónimo dijo...

Me llamó la atención lo que dice de sentir que en Hollywood actuaban para ud. Quisiera consultarlo como profesional porque a mí me ha pasado de leer y sentir que todo se vinculaba conmigo. ¿Eso puede considerarse normal? ¿Puede ser que si uno se mete demasiado en una historia o una película le pase eso?
Le agradecería que me contestase por mail, en forma personal.
P.D. sólo acepto si me dice sus honorarios

Anónimo dijo...

Contácteme a reflex1@adinet.com.uy o por el teléfono 5982-613.0301

Cordialmente

Fernando Mieres