martes, 12 de marzo de 2013

El estornudo de un virus transforma el Universo


Todo lo que hacemos son fenómenos naturales como el viento o el impacto de un meteorito, que transforman realmente el Universo

«No decidimos nada», afirmamos quienes creemos en el determinismo y no podemos creer en el libre albedrío.

«¿Entonces para que escriben miles de artículos con ideas sobre esto y lo otro?», me retrucan quienes leen mis blogs.

Y les respondo: «Los escribo porque no puedo evitarlo, porque estoy determinado por factores ajenos a mi control».

Nueve de cada diez, se alejan refunfuñando: «¡Bah, puro trabajo inútil! No sé para qué se toma tantas molestias».

Y acá sigo contando mi versión de los hechos:

Esto que escribo quizá lo lea alguien.

Lo que escribo más todo lo que está escrito que alguien lee, influye sobre el cerebro transformándolo de tal manera que la futura forma de reaccionar ya no será la misma para ese lector.

Las producciones humanas, incluidos los mensajes en código simbólico (escritos, discursos, pinturas, monumentos), son fenómenos naturales que impactan sobre el cerebro de quienes los reciben, transformándolos irreversiblemente.

Lo que hace difícil aceptar esta interpretación de los hechos es que:

a) No creemos en el determinismo;

b) Nos vemos más como dueños de la Naturaleza que como parte de ella;

c) Los cambios demasiado pequeños son más difíciles de percibir que los más espectaculares (terremoto, inundación, Premio Nobel, puente transoceánico [aún no construido]).

Desde este punto de vista, nada de lo que hacemos es inútil porque nuestras acciones (escritos, discursos, colaboraciones, procreaciones), modificarán el Universo, tanto como el viento, la lluvia, los meteoritos, el estornudo de un virus).

Por ejemplo, si yo escribo: «No hay amores pequeños sino expectativas ambiciosas», podría pensarse que es una trivialidad más, anodina como tantas, pero no: alguien podría leerlo y revalorizar el amor que da y el amor que recibe.

(Este es el Artículo Nº 1.835)


13 comentarios:

Gabriela dijo...

La realidad dentro de la que nos movemos depende del alcance de nuestros sentidos. Además depende de nuestra historia, nuestros gustos, nuestra sensibilidad, saberes, intereses, etc.
También el medio ambiental, sociocultural y hasta nuestra genética y nuestras dolencias, determinan nuestra capacidad de percibir.
Y lo que no podemos o no queremos ver o entender, no lo vemos ni lo entendemos.
Conviene tener en cuenta todas estas limitaciones a nuestro entendimiento, a nuestras percepciones. La duda es realmente un beneficio.

Mabel dijo...

Sí, la duda es un beneficio porque si tenemos certezas acerca de las intencionalidades de los otros, por ej., nos vamos a equivocar muchas veces.

Franco dijo...

Las ideas sirven porque nos cambian. Cambian nuestro cuerpo en la medida que nos aportan nuevos elementos de asociación que enriquecen nuestras posibilidades de pensar. Nos cambian también porque las ideas se ligan a las emociones, y son las emociones las que finalmente resultan el motor de lo que hacemos.

Carolina dijo...

Lo entiendo Doc. Yo necesito escribir para pensar. Lo puedo hacer también sin escribir, pero me resulta mucho más difícil porque me distraigo y las ideas se me escapan. Evidentemente no puedo dejar de pensar -nadie puede hacerlo- es algo ajeno a nuestro control.

Ingrid dijo...

Está comprobado científicamente que la palabra modifica el cerebro.
El neruobiólogo Pierre Magistretti lo explica así:
¨las neuronas se organizan y reorganizan en redes que la experiencia va modificando. Y esa es la más prometedora frontera de la neurociencia, la plasticidad neuronal.
¿En qué consiste?
Las neuronas que se enlazan acaban formando un cableado, un mapa, un sistema, y ese proceso se repite modelando y remodelando nuestro cerebro contúnuamente.
La experiencia modifica la sinapsis, la transferencia de información entre neuronasl.
XuNSO US. XEW un IMfwn, swjN UN huwll WNW WL XWEVEO Y Xs CW

Ingrid dijo...

perdón, me taré, sigo:

Cuando usted crea una imágen, deja una huella en el cerebro y cada vez que evoca esa imagen la reactiva, pero creando otro mapa nuevo.
Es la base fisiológica de la creatividad y del psicoanálisis.
No puedes pensar dos veces con el mismo cerebro¨.

Elena dijo...

¨No hay amores pequeños sino expectativas ambiciosas¨, dice usted. Ahora le diré yo como interpreto esa frase. La entiendo por el lado de que el amor se queda pequeño y deja de crecer cuando la expectativa que se tiene de ese amor es desmedida. Si pensamos que el otro tiene la misión de hacernos felices, no sólo nos estamos equivocando, sino que estamos siendo injustos y estamos usando al otro. Priorizamos el recibir antes que el dar, y el amor funciona justamente al revés.

Norton dijo...

Solemos valorizar más el amor que damos. El amor que recibimos a veces hasta nos pasa desapercibido. Nos perdemos la oportunidad de ser mucho más felices.

Iris dijo...

Me causó gracia lo del estornudo del virus, pero además de gracioso es completamente real. La vida es movimiento permanente y cada movimiento tiene influencia en el resto. Por eso la famosa frase ¨todo tiene que ver con todo¨, no es exagerada ni tonta.

Evangelina dijo...

El amor todo lo da y nada espera.

Marcelo dijo...

Me parece un poco idealista lo tuyo, Evangelina, pero en esencia estoy de acuerdo.

Alba dijo...

Cuando los rioplatenses calentamos agua para el mate sale vapor de la pava o la caldera. Ese vapor se transforma en nube y la nube estalla en agua. Y el ciclo de vuelve a repetir. Por eso podemos decir que nuestro cuerpo crea nubes, dado que somos más que nada agua, y esa agua, con el calor se evapora.

Marina dijo...

No hay amores pequeños en el sentido de que todos deseamos grandes amores. Pero al mismo tiempo es cierto lo contrario; hay amores pequeños; son los amores egoístas y reticentes, son los amores desconfiados.