No sé si el fútbol me
aburre o rechazo a quienes lo practican. En Montevideo está ocurriendo algo que
alienta un cambio drástico de mi postura: El Club Atlético Torque funciona como
una sociedad anónima de varios inversionistas que tienen fines de lucro
explícito. Es probable que el modelo empresarial pueda aplicarse a un deporte
competitivo y que el ambiente mejore sustancialmente, erradicando la ordinariez,
civilizando la violencia, educando a las hinchadas, agregándole ciencia en
desmedro del “talenteo” de quienes se formaron en l a universidad de la calle.
No sólo a mí me apasiona
la eficacia. El maestro Washington Tavárez ha iniciado ese camino.
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