martes, 3 de julio de 2018

EL CELULAR DE MARIANA




Desde que prohibieron fumar en locales cerrados me acostumbré a pasar el comienzo de mi insomnio en el casino.
No sé si Fernando Díaz Plaja escribió algo sobre esa población noctámbula. Me interesaría leerlo.
Mariana, que siempre anda con poco dinero, me vendió y me explicó su celular. Quedé maravillado.
Tiene una diminuta webcam que se puede configurar con diferentes criterios. Como soy paranoico la programé para que grabe a cada persona que me mira más de diez segundos. Cuando llegué a mi casa con el resto del insomnio, me dediqué a mirar las grabaciones. Ocho mujeres y tres hombres. Todos ancianos, con poco cabello, pero teñido, aspecto indefinido, con muchas arrugas en torno a los ojos.
Algo me inquieta: juraría que nunca vi a esas personas que me estuvieron observando.

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