En los
primeros gobiernos de izquierda en los pueblos hispanos, no padecemos
corrupción pero sufrimos una administración de los dineros que pagamos los
contribuyentes que terminará asegurándoles reelecciones por tiempo
indeterminado.
En este video y artículo
comparto con usted un cuestionamiento a quienes, en la función pública, se
jactan de no ser corruptos.
Lo que en lenguaje eufemístico
se denomina «abuso de confianza» consiste en aprovechar en beneficio propio el poder
que tienen los gobernantes y funcionarios que trabajan para el estado.
Es una práctica tan generalizada que, a esta altura, los ciudadanos
consideramos que el enriquecimiento ilícito de los gobernantes es normal, a
sabiendas de que es ilegal y también inmoral, ¡por supuesto!
Sin embargo, la condena a los corruptos es extrañamente suave. Más aún,
a veces parece que el robo de los bienes públicos es una especie de picardía,
de broma lucrativa, de viveza graciosa.
Todo esto es cierto e intento comentarles una posible explicación:
1) La noción de propiedad privada funciona a pleno cuando nuestros
bienes personales están amenazados, pero casi no funciona cuando los bienes
amenazados son ajenos (del estado, por ejemplo);
2) Por el motivo anterior, no nos parece tan mal que los gobernadores,
administradores y funcionarios, que tienen una gran facilidad para robar o para
aprovechar la posición de poder en beneficio propio, hagan lo mismo que
haríamos cualquiera de nosotros si estuviéramos en esa situación;
3) Los gobernantes de izquierda, si bien son seres humanos como
cualquiera de nosotros, es decir, son tan corruptibles como cualquiera,
últimamente están llegando al poder después de muchos años de lucha
infructuosa. El principal motivo de este triunfo obedece al abuso de la
corrupción de los gobernantes que estuvieron mucho tiempo en el poder. Por este
motivo, los políticos de izquierda alegan que ellos son honestos y los
votantes, hartos de tanta corrupción, les dan una oportunidad;
4) Como toda escoba nueva barre bien, los gobernantes de izquierda se
mantienen sin robar durante el tiempo que necesita cualquier otro humano para
corromperse y caer en la vieja tentación de los anteriores gobernantes;
5) Los nuevos gobernantes de izquierda se abstienen de robar y recibir
coimas, pero se toman la libertad de hacer una administración de los fondos
públicos que reparte dineros extraídos de las clases más pudientes. Sin robar y
haciendo beneficencia con los dineros ajenos, los gobernantes de izquierda no
roban pero se aseguran una eterna reelección, con el favor de quienes reciben
asistencias económicas que les hacen la vida (artificialmente) más fácil.
(Este es el Artículo Nº 2.216)
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