Las drogas que mejoran la depresión probablemente
dulcifican la rebeldía, moderan la arrogancia, domestican químicamente al
deprimido.
Nadie sabe qué es la
depresión. Solo conocemos sus síntomas: decaimiento, pesimismo, apatía,
desinterés, tristeza, dolor moral, sentimientos de culpa.
La medicina cree que existen
unas sustancias (neurotrasmisores) en el cerebro cuyo déficit es causante de
este desorden anímico. El psicoanálisis cree que una mala resolución de la
conflictiva edípica podría ser una de las causas, entre otras.
Sin poseer más certeza que
otros, propongo una hipótesis explicativa, solo para quienes no dependen de las
opiniones académicas, famosas, prestigiosas. Le propongo una idea para que
usted (si respeta su propia opinión) evalúe.
Lo que quizá ocurra es que
algunas personas (las que padecen depresión) tienen fuertes dificultades para
ser humildes, para asumir que otros les den órdenes, que otros tengan más
(dinero, prestigio, hijos, sabiduría, salud) que ellos.
El deprimido es un buscador de
jefes que lo gobiernen, que le impongan un límite invencible a sus deseos, a
sus ganas frustradas de hacerlo todo.
El deprimido quizá sea alguien
que necesita estar sobre endeudado porque, hasta cierto punto, la presión
impuesta por los acreedores le da una cierta paz, aunque al costo de tener que
pagar mucho dinero por concepto de intereses, multas, recargos.
El jefe ideal de un deprimido
es Dios. Este es un personaje en cuya existencia muchos pueden creer, y que
está a la altura de la arrogancia de los deprimidos. Dios es una autoridad que
todo lo posee en forma infinita: bondad, poder, conocimiento.
En suma: quizá la dificultad de un deprimido
esté provocada porque no logra someterse, ni a las leyes naturales, (que hasta
cierto punto desprecia porque las considera aptas solamente para los animales),
ni a las leyes sociales, (que obedece bajo protesta, porque su hidalguía le
impide ser delincuente), ni a las órdenes de sus ocasionales jefes o clientes,
(porque valen demasiado poco como seres humanos como para merecer darle
órdenes).
Las drogas que mejoran la
depresión probablemente dulcifican su rebeldía, moderan su jactancia, lo
domestican químicamente.
(Este es el Artículo Nº 2.215)
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