lunes, 23 de enero de 2012

Si lo cree la mayoría, ¿es verdad? - (Artículo Nº 1.460)

Aceptamos como verdaderas las noticias más repetidas en las redes sociales sin preocuparnos por la confiabilidad de la fuente.

La fonética y la escritura en cada idioma son distintas. Para un hispano los pájaros hacen «pío-pío» pero para un anglosajón hacen «tweet-tweet» (se pronuncia: tuit-tuit). La misma ave, gorjea diferente según la forma de oír que tiene cada pueblo.

Al consultar un diccionario inglés-español, observamos que para los anglo-parlantes «twit» significa «imbécil» mientras que «tweet» significa gorjear, piar.

Buscando un poco más vemos que la traducción de «twitter» es «gorjeo, parloteo, cotorreo».

Estas reflexiones lingüísticas en torno a un tema que los hispanos manejamos mal, porque para conocer un idioma en profundidad hay que aprenderlo al nacer, son reflexiones que adolecen de las mismas características que posee la abundante información que circula en la web y que cada vez es más consultada y utilizada, inclusive para tomar decisiones.

Las personas mayores de treinta años aprendimos a confirmar los datos en libros de papel que traían el aval de una empresa editora.

Estos libros requerían un alto grado de confiabilidad porque un texto publicado con errores no puede enmendarse y el desprestigio implicaría un suicidio empresarial y una muerte virtual del autor.

Actualmente es común que consultemos «qué se está diciendo-opinando-comentando» en Google, Facebook y Twitter.

Los contenidos accesibles a nuestra consulta carecen de confirmación.

Los administradores de cada página web podemos modificar su contenido en cualquier momento y tenemos muy variados niveles de capacitación y ética.

La propia raíz lingüística del vocablo Twitter parece advertirnos que sus contenidos pueden ser meros parloteos de un imbécil.

Si esta reflexión fuera correcta, podríamos pensar que la humanidad está entendiendo que las sacrosantas «verdades» no son tan necesarias pues nos importa la popularidad de una opinión y no tanto su verificación.

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10 comentarios:

Julia dijo...

Yo me pregunto si son necesarias las verdades. Y, también me pregunto qué es la verdad. ¿No sucede que lo que es "verdad" para uno es "no-verdad" para otro?¿Qué hacemos los hombres (uso masculino como género no marcado)?: intentamos vivir, a los manotazos, o al tanteo, con los ojos cerrados, porque se le olvidó a los escritores editar un "manual para vivir". Entonces, ¿puede importar si esto es verdad o no? No es relevante, creo.

Diego dijo...

Si lo cree la mayoría es popular.

Elbio dijo...

Las costumbres se basan más en las experiencias compartidas que en las experiencias verdaderas. Y el error no existe mientras no sea calificado como tal.

Morgana dijo...

No creo que la humanidad esté en condiciones de renunciar a las verdades; eso sería algo muy adulto.

Hugo dijo...

Creo que hablar de la verdad en abstracto, sin concretizar un poco más la propuesta, no lleva a nada.

Irene dijo...

Qué suerte que tienen ustedes. Yo soy al revés. Me importa verificar la verdad, y cuando no es posible me angustio. Tomar decisiones relevantes contando sólo con datos inciertos, me pone muy mal.

Esteban dijo...

Nos importa la verificación de los datos que nos atañen directamente. Aunque claro, no siempre. A veces preferimos creer en la verdad y esgrimirla como valuarte. De todos modos, podemos decir como regla general, que no nos importa tanto verificar cuando el voleto de la suerte es de otro.

Ernesto dijo...

El motor de la sociedad de consumo son las grandes masas, por eso hace tiempo que lo importante es la tendencia que siguen las mayorías.

Walter dijo...

Las opiniones no se pueden verificar, son opiniones.

Mariana dijo...

Son más las veces que decimos lo que el otro espera escuchar, que la verdad. Aprendimos que de ese modo es más fácil vivir en sociedad.