domingo, 29 de enero de 2012

Así me tocó perder - (Artículo Nº 1.466)

Empezamos como amigos pero luego seguimos como novios.

Leticia seduce con la sonrisa, tiene un cuerpo robusto, con tacones es más alta que yo, habla poco, ¡pero en la pileta de natación no sabés las cosas que hace!

Claro, arrancó cuando tenía seis meses. Los padres son fanáticos del club donde se conocieron.

Nos divertíamos bastante, teníamos unas cuantas ideas igualitas.

Paseamos varias veces en mi pobre moto que pedía jubilación a gritos. Era de mi padre y me la dejó a regañadientes porque, aunque la tenía arrumbada en el garaje y llena de polvo, no me la quería ceder.

En dos ocasiones nos quedamos en medio de la nada y tuvimos que acarrear con ella varios kilómetros, pero a Leticia nada le parecía mal. Una «amigovia» ideal.

De a poco me permitió que la presentara a mis viejos y a mis amigos. No es muy sociable.

Una vez, me acuerdo, tuvo un atraso en la menstruación que nos puso nerviosos. Fijate que hasta la madre me llamó por teléfono para preguntarme si yo estaba de acuerdo con el aborto y le respondí:

— ¡Por supuesto, Sofía!—, y luego agregó:

— ¿...y si ella quisiera tenerlo?

— Entonces —le respondí—, te convertirías en abuela joven — y ella se rió. Por suerte menstruó.

Un día me acompañó a un asado que hicimos en la casa de un ex compañero del colegio y se puso muy contenta cuando los muchachos dejaron que jugara un partidito de fútbol con ellos. Yo me quedé con los sedentarios, como siempre.

Duraznito (le decimos así porque tiene una piel que las mujeres envidian), me contaba ahogándose por el entusiasmo:

— Cuando Leticia metió el segundo gol, los otros se calentaron y empezaron a sofocarla. Ella se tentó de la risa. ¿Podés creer que les hizo un par de sombreros, se los sacudió sin rozarlos y les metió el tercero de chilena? Se aburrió de pasarles la pelota por entre las piernas. El marido de tu prima se puso malo y no paraba de insultar a sus propios compañeros. No sabían para donde agarrar. Si hubiera sido un varón, vaya y pase, pero es una mujer. Menos mal que me quedé mirando —, concluyó Duraznito.

¡Qué puedo hacer! Ella los sedujo de tal forma con su destreza que no pudo resistir el asedio enamorado de mis compañeros. Al final me dejó por Braulio, que por lo menos tiene auto.

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9 comentarios:

Adrián dijo...

Cierto que las mujeres pueden seducir de mil formas distintas!

Flavia dijo...

Las mujeres y los hombres también. ¿O acaso ustedes no seducen?

Adriana dijo...

Que yo sepa las mujeres nunca se han molestado con los grandes cocineros, pero una mujer futbolera, eso no lo perdonan!

Teresita dijo...

Las mujeres jóvenes que tienen muy en cuenta la situación económica de sus posibles candidatos son pocas. Es necesario recibir algunos revolcones en la vida, para empezar a fijarse en esas cosas.

Alicia dijo...

Qué graciosa me resulta la palabra ¨candidato¨, que usa Teresita. Para los hombres, las mujeres no somos candidatas. No sé qué somos, pero candidatas no. Tampoco buenos partidos. A juzgar por esa forma de denominar las cosas, bien interesadas que hemos resultado las mujeres!

Soledad dijo...

A los hombres también les seduce la capacidad de la mujer.
Que bien.

Eduardo dijo...

Noto un dejo de amargura en el comentario de Soledad. Voy a defenderla porque creo que tiene razón, muchas veces las mujeres tienen capacidades asombrosas que pasan desapercibidas.

Nelson dijo...

Acá hablan que las mujeres tal cosa, que los hombres tal otra, y resulta que Leticia, la protagonista del cuento, no parece ni una cosa, ni la otra. Leticia tiene el aspecto de una criatura recién llegada de la infancia, sólo que muy grande.

Oscar dijo...

Quién no tuvo en la barra un amigo como Duraznito! Ese de piel tersa y mirada dulce, que además tiene la mejor cola del barrio.