«Dios es argentino pero atiende en Buenos Aires» dicen los provincianos menos favorecidos por la distribución de los fondos públicos de ese país.
En algún lugar muy remoto y más desvinculado de la Capital Federal que el resto, vivía una comunidad de personas, autoabasteciéndose y creando sus propias leyes.
Cierta vez una madre notó que su pequeño niño había nacido sordo. Muy angustiada se lo comentó al compañero y este, levantando los hombros en un gesto de indiferencia, desestimó el problema.
Sin embargo, cuando se reunió con sus amigos para beber e intercambiar noticias, contó lo que pasaba con su hijo y de ahí mismo surgió la resolución de que todos empezarían a hablar por señas.
Cuando al tiempo la mujer volvió sobre el tema, él le dijo que no se hiciera problema porque los pobladores habían resuelto comunicarse de tal forma que el niño sordo pudiera sentirse integrado como uno más.
A veces sucede que las organizaciones burocráticas son eficientes y fue por una casualidad de este tipo que llegó a oídos de Dios lo que pasaba en un lugar muy alejado de sus oficinas.
Telepáticamente le comunicó a San Pedro la anécdota junto con la extrañeza de que sus creaturas humanas abandonaran el uso de unos de los sentidos que más trabajo le había costado desarrollar, en protesta porque un solo ejemplar había fallado.
San Pedro le sugirió que probara con un niño ciego y Dios tuvo que soportar que sus creaturas aumentaran los reclamos resolviendo taparse los ojos para comunicarse exclusivamente por medio del tacto.
Como Dios conserva su liderazgo inspirando temor (que algunos confunden con amor), ordenó que el próximo niño naciera muerto.
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8 comentarios:
jajaja!!!
La inefable gobernanta que supimos conseguir debe andar tanteando por el mismo lado, con su media conciencia a los tumbos, claro.
Qué buena historia. La inventó ud?
En el Dios que yo creo no es en el del temor. Mi Dios es el de la paz, el amor y la alegría.
Este relato me recordó otro:
Cierta vez una jóven pareja tuvo su primer hijo. Al momento de nacer la partera tuvo que darles una desagradable noticia; el niño había nacido sin piernas. El padre angustiado dijo "pobrecito mi pequeño! traígalo para que lo pueda tener en brazos" La partera compungida le advirtió: "debo decirle que el niño tampoco tiene brazos". Oh! qué desgracia, dijo el pobre hombre, "tráigalo para que pueda besarlo" La partera no encontraba las palabras, pero al fin dijo: "lo lamento en verdad mucho, pero su hijo no tiene tronco". El hombre desesperado dijo: "traiga lo que sea, es mi hijo!" Finalmente la partera apareció con una oreja enorme que tenía dos pequeños ojitos. El padre con ternura, lo tomo en brazos y le cantó una canción de cuna. La partera dijo: es inútil, el niño nació sordo.
Cuando hay que enfrentarse a un ser muy poderoso no alcanza la unión de los débiles.
En dónde queda esa comunidad que se comunica por medio del tacto? Mmmm
La solidaridad obliga a los poderosos a tomar medidas extremas.
Entre el amor y el temor hace falta un buen té.
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