jueves, 28 de enero de 2010

Las ventajas de ser excluido

Quien está en una cárcel, es un delincuente; si está en una prisión política, es un traidor y si está en un hospital psiquiátrico es un enfermo mental.

Con un poco de ironía podría inventar un aforismo que dijera: «Dime dónde estás y te diré quién eres».

Pero no mencioné la institución más poblada y donde se concentra el mayor poder:

Si estoy libre, entonces no soy ni delincuente, ni traidor ni enfermo mental.

Sólo para reafirmar la idea, lo diré con vocablos positivos:

Si estoy libre, entonces soy honesto, fiel y cuerdo.

Y además: cuanto más denigrante sea estar en una cárcel, prisión política o manicomio, más honroso será estar libre.

¿Qué nos conviene entonces a los integrantes de la institución más poblada y donde se concentra el mayor poder? Nos conviene que las instituciones de reclusión tengan muchos internados y que sean bien visibles.

Es un fenómeno muy fácil de comprender: Cuanto peor estén ellos, mejor estaré yo. O, dicho de otra forma: para que yo esté bien, ellos deben estar lo peor posible.

Los gobernantes son elegidos por ese grupo grande de personas «honestas, fieles y cuerdas», por lo tanto, para perpetuarse en el poder, tienen que mantener a sus votantes con la mayor conformidad posible.

Por su parte, los medios de comunicación (que también tienen a toda su clientela dentro del grupo mayor), se encargarán de informar lo mal que están los privados de libertad.

¿Para quiénes trabajan las instituciones de reclusión? ¿Quiénes son sus clientes?

Por lo que acabo de comentarles, estas instituciones trabajan para quienes no ingresan a ellas.

Esa mayoría de ciudadanos que no son encerrados exige que otros sí lo sean, alegando razones de seguridad pública pero también para recibir el diagnóstico indirecto de que son honestos, fieles a la patria y mentalmente sanos.

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12 comentarios:

N.A. dijo...

cultivo la cultura under
mi orgullo es ser
no formo parte de toda esta basura

Sandra39 dijo...

Quién está en una prisión política es un traidor!
Ud me asusta.

Anónimo dijo...

Si los que están recluídos no gozan de los derechos humanos, los que estamos más somos los de afuera.

Magdalena dijo...

Quise decir los que estamos mal somos los de afuera.

Daniel dijo...

Los planes de integración intentan luchar en contra de esa segregación que nos hace sentir del otro lado del mostrador.

Isabel dijo...

Tú tienes mucha razón; además es bien sabido que en el loquero no son todos los que están, ni están todos los que son.

Silvina dijo...

Nos autoengañamos de las formas más increíbles!

Alicia dijo...

Los hospitales comunes y las casas de salud para ancianos también son centros de reclusión.
A los enfermos y a los viejos los queremos tener fuera de nuestro campo visual.

Marco dijo...

Discrepo con Alicia.
Cuando nos enfermamos debemos estar en el lugar donde se nos puedan dar los mejores cuidados posibles.
De viejos, muchas veces necesitamos que nos cuiden porque nuestros hijos no pueden hacerlo porque tienen que trabajar.
A veces no hay demasiadas opciones.

Graciana dijo...

En realidad el mayor encierro no está afuera sino dentro de nosotros mismos.

Alicia dijo...

Lo que ud propone en este artículo se puede advertir en todos los grupos en general. En la familia, en el trabajo, es habitual que exista un chivo expiatorio que nos haga sentir mejor a los demás.

Izabell dijo...

Parece que se necesita de la mala suerte de los demás para sentirse bien. Estamos todos locos.