La mañana está fría nuevamente y hace rato que estoy caminando.
El paisaje de todos los días, hoy parece especialmente cargado con una atmósfera pesada, húmeda, densa. Poco respirable.
Nunca pude comprobarlo pero tengo la convicción de que cuando la mañana se presenta de esta manera, algo malo puede pasar.
Mi libro de cabecera es el diccionario porque en él está escrita toda la sabiduría. Los secretos más maravillosos están revelados en ese libro pero las palabras fueron ordenadas alfabéticamente. Para descubrir esos misterios sólo tenemos que ordenarlas correctamente.
Una de mis predilectas es la palabra presagio. La definición que más me gusta dice algo así como «Especie de adivinación de las eventos futuros por medio de señales que se han visto.»
Me gusta mucho caminar pero sólo puedo hacerlo dándole a cada paso el nombre de una palabra que por algún motivo desconocido para mí, aparece en mi cabeza.
Por eso camino siempre con mi grabador encendido y cerca de la boca. De noche, al acostarme, escucho lo que fui grabando mientras caminaba y sé que algún día podré entender lo que significa.
Mi esposa perdió la confianza en mí y por eso no quiero comunicarle ninguna de las palabras que vienen a mi mente. Ella se fastidia porque es incapaz de entenderme.
Al mediodía, paro para reponer fuerzas, enciendo unas maderitas que tomo del suelo y caliento mi lata de corned beef.
Ella protesta porque dice que estoy arruinando el piso de la casa.
En su desorientación quizá pretenda que almuerce la comida fría.
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11 comentarios:
Cómo me gustó tu relato !!
Nunca te presentaste a un concurso?
Sé muy bien que la asociación libre puede llevarnos a perder la cabeza.
Siempre que tengo una señal le juego a la quiniela.
Ese personaje padece megalomanía: se cree capaz de ordenar las palabras correctamente y descifrar los misterios.
Yo también tengo como libro de cabecera al diccionario, al menos hasta que consiga una almohada.
A mí me pasa que camino puteando bajito. Qué le voy a hacer! Son las únicas palabras que se me aparecen.
Tenga cuidado. Empieza con el grabador encendodo cerca de la boca y no sabe en qué termina.
Y bueno! Yo sólo puedo caminar con muletas...
Qué postura burguesa la de esa mujer! Pensar en el parquet mientras el sabio explora el inconsciente!
Las mujeres siempre se quejan de la falta de comunicación pero son todas unas desconfiadas. Nunca creeran lo que les decimos.
Este pobre hombre imagino que es un perturbado veterano de guerra (Vietnam, Las Malvinas) y por eso sigue viviendo como cuando estaba en el frente y hasta comiendo algo similar.
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