martes, 31 de enero de 2012

¿Dejan de ganar o ahorran al no pagar? - (Artículo Nº 1.468)

Una mayoría de creadores artísticos e informáticos pagarían para que su producción fuera conocida, criticada, probada, cuestionada, comentada.

He dedicado algunos artículos (1) al tema de la piratería en Internet, esto es, el uso ilegal de material artístico o informático, que según algunas leyes y la lógica del mercado, sólo pueden ser usufructuados mediante el pago del dinero que los vendedores piden por él y que, sistemáticamente vienen siendo utilizados por los «piratas» sin hacer el pago correspondiente.

En otro artículo (2) les comenté que en análisis sociológicos es buena cosa pensar de la siguiente manera:

Lo que está ocurriendo y sobre lo que tengo que investigar, para entenderlo, conocer sus causa y tratar de mejorarle los aspectos negativos, es un fenómeno que funciona perfectamente ... porque si no fuera así ya habría dejado de funcionar.

Por lo tanto, así como no podemos sacar la luna de su lugar y esperar que el sistema solar siga como antes, sino que por el contrario ocurriría una fortísima desorganización de consecuencias impredecibles, tampoco podemos suspender de un día para otro esta práctica por el simple hecho que a un grupo de influyentes legalistas se le ocurra hacer cumplir la ley, la lógica de mercado y la ética.

Para quitar la luna y para que los contenidos pirateados dejen de estarlo, deberán hacerse modificaciones en todos los otros factores interactuantes. A nivel planetario tendrán que mover hasta el asteroide más lejano y en Internet tendrán que introducirse cambios que no produzcan más pérdidas que las que ya ocurren hoy con quienes no cobran sus derechos de autor.

Algo que no podemos dejar pasar por alto es que los artistas no pueden dejar de producir su arte (escritura, música, filmes) y que muchas veces pagarían (en vez de cobrar) para que su producción sea consumida.

(1) Los avances tecnológicos son revolucionarios

Sobre la piratería informática

Primero gratis y después imprescindible

(2) La violencia es barata pero no rinde

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lunes, 30 de enero de 2012

Extraviados en el presente - (Artículo Nº 1.467)

El «presente» fue angustiante en todas las épocas porque demoramos en entender qué está ocurriendo y en saber cómo deberíamos actuar.

Aunque he tenido alguna experiencia desagradable, reconozco que la inseguridad ciudadana me preocupa menos que la preocupación por la inseguridad ciudadana.

En otras palabras, quizá por deformación profesional (soy psicoanalista), tengo la sensibilidad a flor de piel con fenómenos tales como las neurosis, la angustia y la psicosis colectiva (hipocondría, pánico).

La historia nos informa que en todas las épocas existe un pico máximo de alarma pública, ya sea por la guerra, el desabastecimiento, las pestes.

Por lo tanto, los híper sensibles al fenómeno reaccionamos en todas las épocas de la misma manera: pensando, buscando soluciones, proponiendo hipótesis, estrategias, alternativas.

Algo muy conmovedor es que se han sumado a la delincuencia los menores de dieciocho años, que hasta ahora son inimputables en casi todos los países pero que seguramente se irán convirtiendo en imputables a medida que las travesuras que cometen sean más y más irritantes.

Hasta cierto punto es esperable que un niño cometa un asalto a mano armada porque todos entendemos que a esa edad acostumbran a copiar lo que ven, y en los programas de televisión casi todos los personajes refuerzan sus dichos apuntando al interlocutor con un revólver.

No es tan fácil comprender que un niño de 16 años termine preso por el FBI porque participó en un sabotaje informático a MasterCard y Paypal desde su casa en La Haya (Holanda).

Es cierto que cuando uno es atacado por un delincuente, generalmente nervioso, la situación es tan estresante como recibir una llamada a media noche, o tener un accidente de tránsito o quedar en medio de una manifestación con represión policial, pero lo que más nos angustia es que no comprendemos qué (nos) está pasando.

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domingo, 29 de enero de 2012

Así me tocó perder - (Artículo Nº 1.466)

Empezamos como amigos pero luego seguimos como novios.

Leticia seduce con la sonrisa, tiene un cuerpo robusto, con tacones es más alta que yo, habla poco, ¡pero en la pileta de natación no sabés las cosas que hace!

Claro, arrancó cuando tenía seis meses. Los padres son fanáticos del club donde se conocieron.

Nos divertíamos bastante, teníamos unas cuantas ideas igualitas.

Paseamos varias veces en mi pobre moto que pedía jubilación a gritos. Era de mi padre y me la dejó a regañadientes porque, aunque la tenía arrumbada en el garaje y llena de polvo, no me la quería ceder.

En dos ocasiones nos quedamos en medio de la nada y tuvimos que acarrear con ella varios kilómetros, pero a Leticia nada le parecía mal. Una «amigovia» ideal.

De a poco me permitió que la presentara a mis viejos y a mis amigos. No es muy sociable.

Una vez, me acuerdo, tuvo un atraso en la menstruación que nos puso nerviosos. Fijate que hasta la madre me llamó por teléfono para preguntarme si yo estaba de acuerdo con el aborto y le respondí:

— ¡Por supuesto, Sofía!—, y luego agregó:

— ¿...y si ella quisiera tenerlo?

— Entonces —le respondí—, te convertirías en abuela joven — y ella se rió. Por suerte menstruó.

Un día me acompañó a un asado que hicimos en la casa de un ex compañero del colegio y se puso muy contenta cuando los muchachos dejaron que jugara un partidito de fútbol con ellos. Yo me quedé con los sedentarios, como siempre.

Duraznito (le decimos así porque tiene una piel que las mujeres envidian), me contaba ahogándose por el entusiasmo:

— Cuando Leticia metió el segundo gol, los otros se calentaron y empezaron a sofocarla. Ella se tentó de la risa. ¿Podés creer que les hizo un par de sombreros, se los sacudió sin rozarlos y les metió el tercero de chilena? Se aburrió de pasarles la pelota por entre las piernas. El marido de tu prima se puso malo y no paraba de insultar a sus propios compañeros. No sabían para donde agarrar. Si hubiera sido un varón, vaya y pase, pero es una mujer. Menos mal que me quedé mirando —, concluyó Duraznito.

¡Qué puedo hacer! Ella los sedujo de tal forma con su destreza que no pudo resistir el asedio enamorado de mis compañeros. Al final me dejó por Braulio, que por lo menos tiene auto.

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sábado, 28 de enero de 2012

El enrolamiento en el plan reproductivo - (Artículo Nº 1.465)

Los dramas amorosos son menos perturbadores con otra interpretación de lo que somos mujeres y hombres.

Hombres y mujeres somos tan distintos que podríamos pertenecer a especies diferentes (1).

Sin embargo, algo nos une inevitablemente. Me refiero al «aislamiento reproductivo» por el cual la mujer no puede embarazarse con el semen de ningún mamífero que no sea hombre y el hombre sólo podrá fecundar mujeres.

Esta interpretación de los hechos, (que mujeres y varones parecemos pertenecer a especies diferentes), podría permitir un pensamiento más operativo, actitudes más eficaces, una filosofía de vida más económica en cuanto a obtener logros similares a los actuales pero con menos angustia e incertidumbre.

En términos más concretos, esta forma de interpretar lo que somos mujeres y hombres nos ahorraría lágrimas e infinidad de dolencias psicosomáticas.

La economía psíquica aumentaría significativamente si además pudiéramos soportar que no somos tan protagonistas de nuestra propia suerte como creemos.

Según he comentado en otros artículos (2), la naturaleza se expresa a través de los seres humanos así como lo hace a través de otros seres vivos y de objetos inanimados.

En los referidos artículos les comentaba que la naturaleza utiliza a la mujer para elegir a los varones que la fecunden así como otras hembras también reciben el esperma de los mejores sementales para mejorar la especie.

La mamífera convoca a los sementales mediante un perfume seductor (las feromonas), los machos llegan sexualmente excitados, se pelean hasta que uno (supuestamente el mejor dotado genéticamente) la embaraza del mejor hijo que podría tener con los recursos a los que accede en la zona donde vive.

En suma: Mujeres y hombres, ni nos elegimos ni nos aceptamos ni nos rechazamos. Tenemos o no la suerte de que la naturaleza nos dé participación en su plan reproductivo.

(1) Los monos degenerados

Una hipótesis de lo peor

Los orgasmos inútiles

(2) La parodia pre-matrimonial

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viernes, 27 de enero de 2012

La convivencia fríamente controlada - (Artículo Nº 1.464)

Las plataformas informáticas de las Redes Sociales expulsan, con fría justicia, a los usuarios menos agradables para la mayoría.

Algo que podemos decir con espíritu descriptivo, aunque no calificativo, es que los jóvenes en general siempre han padecido un fuerte interés por «parecerse a» y mucho miedo a perder amigos por ser demasiado diferentes.

Una respuesta básica a esta característica es que la adolescencia es la conflictiva etapa en la que nuestra niñez comienza a expulsarnos, obligándonos a tomar actitudes adultas, agradables y desagradables.

Nos entusiasma poder tomar decisiones, pasear sin la compañía obligatoria de tutores, intervenir en las conversaciones de los adultos. Nos desagrada perder los privilegios de la niñez: vivir sin trabajar, poseer el derecho de jugar, recibir muchos regalos.

Las redes sociales (Facebook, Twitter, Myspace) ofrecen una mensajería instantánea que les permite a los usuarios saber al instante qué están haciendo, pensando o leyendo los amigos para poder hacer lo mismo.

Para que esto funcione con la participación de millones de usuarios simultáneamente es preciso que la plataforma informática reaccione de manera automática como si se tratara de un gobierno centralizado.

Los administradores humanos de cada Red informan por escrito sobre qué está expresamente prohibido hacer, pero esta lista no es exhaustiva pues la conducta socialmente inconveniente de los humanos genera un listado de prohibiciones amplísimo, mayor a los diez mandamientos bíblicos.

Por lo tanto esa plataforma contiene controladores (algoritmos) que sólo pueden ser deducidos por cómo se producen advertencias, suspensiones, bloqueos o cancelación en las cuentas de los usuarios, provocados por algo que, según la programación gobernante, debe ser impedido o sancionado.

Esta zona oscura del «gobernante cibernético» genera una cierta paranoia pero a la postre lo que logra es que permanezcan operativos aquellos usuarios cuyo comportamiento espontáneo genera menos molestias en la colectividad virtual.

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jueves, 26 de enero de 2012

Una satisfacción inconfesable - (Artículo Nº 1.463)

Los naufragios con mayor cobertura periodística representan el anhelado fin de la opresión paterna.

Decir que los sentimientos hacia nuestro padre son ambivalentes es redundante porque todos los sentimientos lo son.

Este «viejo desgraciado», cuya muerte lloramos sinceramente, fue quien nos consoló con magnético silencio en alguna ocasión muy dolorosa y también quien nos secuestraba la escucha y hasta las miradas de mamá que nos dejaba de lado por atenderlo.

Pero este personaje ocupa un lugar seguro en nuestra psiquis, aún cuando no haya estado tan presente en nuestras vidas como mamá. Ocupa ese lugar aunque no sepamos quién es.

El personaje (no el ser humano de carne y hueso) representa lo bueno y lo malo de la sociedad, lo que está alejado del ámbito materno.

Dada nuestra natural predisposición a desconocer lo bueno y a prestarle mucha atención a lo negativo, tanto la figura paterna como la sociedad y como lo no-materno son, en promedio, fuentes de preocupación, miedo y angustia.

Esto es así porque para nuestro instinto número uno (el de conservación), es más importante y urgente prestarle atención a las amenazas que a lo inofensivo.

Por lo tanto, la figura paterna en tanto representante de lo no-materno, tiene en promedio bajas calificaciones en nuestra psiquis, pues sus características más interesantes para nuestro instinto de conservación son las negativas.

Como nuestra mente se rige por lo idéntico y también por lo parecido (metáforas), esa figura paterna está representada por muchas cosas.

Si las historias del Titanic y del Costa Concordia llaman tanto la atención es porque además de la tragedia en sí, una mayoría asociamos la grandeza y poderío de esos barcos con aquel señor con quien competíamos en desventaja por el amor de mamá.

La noticia también es ambivalente: nos apena y nos llena de satisfacción inconfesable.

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miércoles, 25 de enero de 2012

Diferencias entre mujeres y varones - (Artículo Nº 1.462)

El conteo (censo, inventario) de hombres realizado por mujeres adolece de un error esencial.

La población mundial indica que somos (casi) la misma cantidad de hombres y mujeres.

Los censos personales indican algo absolutamente diferente.

Según la apreciación subjetiva de quienes andamos por la calle, los cines, teatros, paradas de ómnibus, hospitales, transportes colectivos, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que de diez seres humanos, seis son mujeres y cuatro son varones.

Si el censo lo realiza una mujer que está buscando con quien formar una familia, recorriendo centros de estudio, lugares de trabajo, clubes deportivos y sociales, Internet, reuniones familiares, podrá asegurar sin temor a equivocarse que de cada diez personas, ocho son mujeres y dos son varones.

A su vez, cuando esta encuestadora afina sus datos, descubre que de esos dos hombres, ninguno le sirve por infinitas razones, todas ellas ajenas a su responsabilidad e imposibles de revertir.

Como mi vocación es tratar de mirar la realidad sin prestarle atención ni a las opiniones más encumbradas, quiero practicar una discreta evaluación de estas encuestas personales.

No puedo poner en duda la certeza de que somos igual cantidad de machos y de hembras porque eso es lo que ocurre en todos los mamíferos desde que alguien los inventó y les instaló una batería de larga duración.

En lo que tiene que ver con el campo de observación (calles, lugares públicos, familias), es cierto: las mujeres pululan, andan por todos lados excepto en los baños para hombres.

Esta es una característica femenina: moverse, salir, comprar, mirar, conocer el territorio, ubicarse, determinar sus coordenadas geográficas, investigar qué hacen los demás.

El dato erróneo es el siguiente: cuando ellas diagnostican «No hay hombres» deberían decir «No hay hombres que quieran lo mismo que nosotras».

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martes, 24 de enero de 2012

La armonía global de la que dependemos - (Artículo Nº 1.461)

La salud o la enfermedad, la vida o la muerte, están determinadas por la coordinación armónica de factores ajenos a nuestro control.

En otro artículo (1) comento que la cantidad de dinero del que cada uno dispone está determinada por sus características orgánicas personales.

En el artículo mencionado digo que la cantidad de dinero que cada uno tiene está relacionada con lo que su cuerpo necesita tener.

Estoy comparando el dinero con la glucosa, la urea, la sangre, el aire, el agua.

En otras palabras, nuestro cuerpo está permanentemente utilizando miles de insumos propios de nuestro planeta. Algunos insumos están adentro de nosotros (glucosa, urea, agua) y otros están afuera.

De los insumos que están afuera del cuerpo, algunos son propios de la naturaleza (atmósfera, suelo firme, atracción gravitacional) y otros son propios de la cultura (leyes, costumbres, urbanización).

Estamos sanos durante todo el tiempo que se mantiene un equilibrio dinámico de estos factores necesarios o imprescindibles.

Estamos sanos durante todo el tiempo en que nuestro nivel de azúcar (o urea) en la sangre se mantiene dentro de cierto rango de valores, mientras estamos adecuadamente hidratados, mientras nuestros órganos funcionan correctamente.

Estamos sanos durante todo el tiempo que la atmósfera conserva ciertos valores de oxígeno, el nivel del mar no asciende en exceso, los vientos circulan a cierta velocidad.

Estamos sanos durante todo el tiempo que las condiciones sociales conservan ciertos rasgos de orden, seguridad, previsibilidad, solidaridad, respeto mutuo.

Es posible pensar que cada instante de nuestra vida está posibilitado (habilitado, permitido) por la armonía cambiante que tienen los factores que la hacen posible.

Cada organismo (animal o vegetal) puede tolerar algunas alteraciones de esta armonía global sin dañarse. Toda extralimitación (por exceso o por escasez), produce deterioros que pueden ser reversibles (enfermedad curable) o irreversibles (secuelas irreversibles o muerte).

(1) El patrimonio es un rasgo anatómico

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lunes, 23 de enero de 2012

Si lo cree la mayoría, ¿es verdad? - (Artículo Nº 1.460)

Aceptamos como verdaderas las noticias más repetidas en las redes sociales sin preocuparnos por la confiabilidad de la fuente.

La fonética y la escritura en cada idioma son distintas. Para un hispano los pájaros hacen «pío-pío» pero para un anglosajón hacen «tweet-tweet» (se pronuncia: tuit-tuit). La misma ave, gorjea diferente según la forma de oír que tiene cada pueblo.

Al consultar un diccionario inglés-español, observamos que para los anglo-parlantes «twit» significa «imbécil» mientras que «tweet» significa gorjear, piar.

Buscando un poco más vemos que la traducción de «twitter» es «gorjeo, parloteo, cotorreo».

Estas reflexiones lingüísticas en torno a un tema que los hispanos manejamos mal, porque para conocer un idioma en profundidad hay que aprenderlo al nacer, son reflexiones que adolecen de las mismas características que posee la abundante información que circula en la web y que cada vez es más consultada y utilizada, inclusive para tomar decisiones.

Las personas mayores de treinta años aprendimos a confirmar los datos en libros de papel que traían el aval de una empresa editora.

Estos libros requerían un alto grado de confiabilidad porque un texto publicado con errores no puede enmendarse y el desprestigio implicaría un suicidio empresarial y una muerte virtual del autor.

Actualmente es común que consultemos «qué se está diciendo-opinando-comentando» en Google, Facebook y Twitter.

Los contenidos accesibles a nuestra consulta carecen de confirmación.

Los administradores de cada página web podemos modificar su contenido en cualquier momento y tenemos muy variados niveles de capacitación y ética.

La propia raíz lingüística del vocablo Twitter parece advertirnos que sus contenidos pueden ser meros parloteos de un imbécil.

Si esta reflexión fuera correcta, podríamos pensar que la humanidad está entendiendo que las sacrosantas «verdades» no son tan necesarias pues nos importa la popularidad de una opinión y no tanto su verificación.

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domingo, 22 de enero de 2012

Engañosa cita a ciegas - (Artículo Nº 1.459)

— ¿Me permite compartir su mesa? —dijo la hermosa mujer casi al oído del joven.

Él la miró y no titubeó en ofrecerle la silla disponible.

La mujer retuvo su cartera sobre la falda y lo miró directo a los ojos. El joven tuvo que evocar las enseñanzas de su abuela para no bajar la mirada fascinado por una deliciosa turbación.

La dama pidió un té y mientras lo esperaba, sacó de la cartera una foto con la imagen de una joven de pelo largo y la apoyó sobre el mantel orientándola hacia el muchacho.

Luego de una larga inspiración, dijo:

— Quizá le llame la atención que yo tenga esta foto y por eso estoy aquí, para explicárselo.

El hombre continuó sintiendo la intriga que le provocó ver aquella querida imagen sobre la mesa.

— Mi nombre es Rosa Martínez —dijo la mujer, provocando en él un gesto de inocultable sorpresa, y terminó diciendo: — Hace tres días que estoy en la isla.

El joven estaba adiestrado para no hacer preguntas. Aquella abuela lo entrenaba contándole historias infinitamente seductoras, cuyo desenlace quedaba en suspenso hasta algún día no determinado.

— Lamento haberle causado tantas molestias con el incumplimiento de mi promesa, pero lo que tengo que confesarle es aún peor, de tal forma que mis disculpas terminarán siendo insuficientes —dijo ella conservando la firmeza de su voz y mirada.

El muchacho esperó lo peor porque la fotografía pertenecía a quien lo enamorara perdidamente por carta y con quien pensaba casarse en este encuentro que debió producirse tres días antes, cuando él la fue a esperar infructuosamente al puerto.

La hermosa mujer continuó:

— Estoy muy enamorada de usted y si bien fue más sincero que yo enviándome una fotografía actualizada, no lo fue cuando me informó sobre su modesta condición económica. Estos tres días los he dedicado a averiguar quién es realmente y al saberlo cambié mi decisión pues no podría compartir mi vida con un empresario de quien dependen los destinos de cientos de obreros como mi padre.

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sábado, 21 de enero de 2012

La intolerancia popular - (Artículo Nº 1.458)

Los criterios médicos para cuidar la salud son casi idénticos a los criterios utilizados para cuidar nuestra seguridad ciudadana.

Las amígdalas son un tejido ubicado en la parte trasera de la boca. Intentan ejercer una especie de «medicina preventiva» contra los agentes patógenos que procuran invadirnos.

Fuera de nuestros cuerpos existen muchos seres vivos interesados en habitarnos, comernos, succionarnos, sin preocuparse si nos causan algún malestar, incluida la propia muerte.

En esta característica (como en tantas otras actitudes), los humanos nos parecemos a nuestros enemigos.

Es frecuente y normal, aunque generalmente ilegal, que los humanos intentemos habitar el terreno o la casa de otra persona, que los pueblos peleen por un territorio, que el esfuerzo realizado por nuestro cuerpo (trabajo) intente ser explotado por quienes adhieren a la esclavitud, al abuso o al robo, sin preocuparse si causan algún malestar incluida la propia muerte.

La medicina es una de las técnicas, artes o ciencias más populares. Convive con el pueblo día a día, nos acompaña al nacer, al crecer, al reproducirnos y al morir.

Esta popularidad de la medicina explica por qué sus criterios también son populares.

Por ejemplo, podemos encontrar un paralelismo entre cómo la medicina trata a los agentes agresores del cuerpo y cómo la ciudadanía trata a los demás agentes agresores, más concretamente a los delincuentes, antisociales, vándalos, agitadores, revolucionarios, y demás ciudadanos que, por alterar el bienestar de la comunidad, son considerados enemigos, patógenos, indeseables.

Si la medicina estimula al pueblo para que extreme los cuidados de la salud (radiación solar, higiene, alimentación) es porque este pueblo posee una idiosincrasia que le reclama tal estímulo.

Conclusión: una medicina intolerante con la condición naturalmente enfermable de todo ser vivo, seguramente pertenece a una cultura donde encontraremos similar intolerancia popular hacia los ciudadanos que molestan (delincuentes, psicóticos, drogadictos).


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