No podemos elegir entre tomar y
no tomar precauciones porque estamos determinados por nuestra condición humana.
Creemos ilusoriamente ser libres.
La creencia en el libre albedrío (1) fue conveniente para nuestra especie desde tiempos
inmemoriales, pero creo que ahora están dejando de existir las razones que
justificaban esa creencia.
Esto
me permite asegurar sin temor a equivocarme que en uno o dos milenios más nadie
creerá en él, todos estarán convencidos de que estamos cien por ciento
determinados por factores naturales ajenos a nuestro control y que, por lo
tanto, no existe ni la culpa ni la responsabilidad.
Mientras
nos tomamos un tiempo para admitir esta total subordinación a las causas que
nos determinan, pensemos que algunas situaciones son un error que derivan de
otro error. Me explicaré mejor (si puedo, claro!).
El
instinto de conservación que nos gobierna actúa para que nadie quiera morir.
Ese instinto nos obliga a luchar contra la muerte, evitar los peligros,
reaccionar vivamente cuando sentimos algún malestar preocupante.
Para
reafirmar lo dicho en el párrafo anterior digo que los suicidas tampoco quieren
morir, solo que están afectados de una enfermedad terminal, que rechazan tanto
como a cualquier otra enfermedad terminal, pero que los creyentes en el libre albedrío interpretan como que la
auto-eliminación fue un acto voluntario: no lo fue, el suicida no quería morir
pero lamentablemente falleció en condiciones especiales.
Algo
que tampoco deseamos, porque cuando nos ocurre «nos sentimos morir», es ser
abandonados por la o las personas que más queremos porque son las que más
necesitamos (padres, cónyuge, amigos).
Las
precauciones que tomamos para no morir son tan ilusas e ineficaces como las que
tomamos para que no nos abandonen los seres queridos.
Tomamos
cualquier precaución porque somos así, no lo podemos impedir, estamos
determinados por nuestra condición humana. No podríamos evitarlo.
(Este es el Artículo Nº 1.777)
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13 comentarios:
JAJAJAJAAJ!!!!!!!!!!
Genial la dramatización.
Gente, no se preocupen, el Licenciado no habla de una situación real, pero lo que él cuenta le debe de pasar a muchos.
Buena Doc!
Me gusta mucho el dibujo que ilustra el artículo. Lamento hacer estos comentarios descolgados del asunto central, pero no puedo evitarlo, estoy determinado por mi gusto hacia el dibujo y la pintura.
Las precauciones que tomamos para no morir son las que tomamos para morir lo más tarde posible (siempre que llevemos una vida satisfactoria). Pero igual son bastante inútiles. He visto morir jóvenes a un montón de personas que siempre cuidaron mucho su salud, y muy longevas a otras que no lo hicieron. Igual es razonable cuidar la salud.
Podemos hacer cosas para que no nos abandonen los seres queridos; cosas como quererlos. De todos modos no alcanza. Los abandonos muchas veces son inexplicables y totalmente inesperados. La falta de diálogo con el otro y sobre todo con uno mismo, hace que sean inesperados.
Estoy de acuerdo en que no tiene lógica la culpa, aunque está bueno sentirla. De lo contrario seríamos psicópatas desbocados.
Si hago a otro algo que lo perjudica tengo que hacerme responsable. No importa que haya hecho eso porque en ese momento no podía hacer otra cosa. La cuestión es aceptar la responsabilidad de lo que se hizo. Darse cuenta de que hicimos sufrir a otro. Si eso no nos importa, ¿cómo podríamos convivir en sociedad?.
¨Algunas situaciones son un error que deriva de otro error¨. Interesante. Las cadenas de errores son terribles. La única forma de pararlas es darse cuenta de alguno de los errores y si es posible rectificar.
Puede que los suicidas que concretan el suicidio estén afectados de alguna enfermedad terminal. Le podríamos llamar falta de resiliencia, o de adaptación, o incapacidad para disfrutar o vincularse de manera positiva y gratificante con los otros. Vaya uno a saber!
Quien ha intentado suicidarse, si tiene suerte pedirá ayuda, y si tiene suerte esa ayuda le servirá.
Podemos tomar precauciones cuando tuvimos la suerte de darnos cuenta qué prevenir y cómo hacerlo. Igual aceptemos que la mayoría de las cosas no se pueden prevenir.
No es libre albedrío lo que tenemos. Es libertad de elegir cuando estamos en condiciones de hacerlo, sea por causas interiores o exteriores. Además cuando elegimos estamos determinados. Por ej., si siempre añoré tener una moto, terminaré eligiendo comprarla, aunque de pronto no sea lo que más me convenga. En ese caso actúe libremente, pero determinado por mis deseos.
Intenté ser la mejor madre, pero mis hijos están todos en el exterior.
Otra cosa que puede llevar a la persona desesperada o apasionada a quitarse la vida, puede ser la firme creencia en una vida mejor después de la muerte, en donde además podrá reencontrarse con sus seres queridos.
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