
Las personas monógamas anhelan un cónyuge monógamo
pues «madre hay una sola» y
Dios es monoteísta.
Nada es más importante que mamá.
Este personaje de nuestra historia tiene motivos suficientes como para ser la
reina de nuestras vidas, aunque eso no significa que debamos llevarnos bien con
ella.
Como todos los vínculos fuertes,
estos pueden estar alentados (estimulados) por sentimientos de atracción (amor)
y de rechazo (odio). En ambas circunstancias, la imagen del otro ocupa un lugar
valioso en nuestra psiquis.
Repito: un vínculo puede ser muy
fuerte cuando se basa en sentimientos de atracción como cuando se basa en
sentimientos de repudio, pues en ambos casos el personaje (amado u odiado)
ocupa el lugar más importante de nuestra mente, así como el máximo prócer de
cada nación tiene un monumento en el sitio más visible, más visitado, más
bello.
Por lo tanto, todos estamos
afectivamente vinculados, de una u otra manera, con Jesús de Nazaret, Adolfo
Hitler, Mahatma Gandhi, Osama Bin Laden, y cualquier otro que usted encuentre
en su memoria.
También es posible afirmar que
toda mención, para hablar a favor o para hablar en contra, evoca al personaje, lo
trae al presente, lo exhibe. Por ejemplo, si realmente la humanidad quisiera
olvidarse de Augusto Pinochet o de Ernesto Guevara, simplemente caerían en el
olvido.
La desaparición real solo ocurre
con la indiferencia... tanto de las personas muertas como de las vivas.
Vuelvo al tema inicial: mamá es
el personaje universalmente más importante en nuestras vidas.
Como «madre
hay una sola», todos quienes anhelan ocupar ese lugar en la
mente de los demás, también intentan ser únicos, exclusivos.
Las personas polígamas quieren
tener varios cónyuges pero ser únicas (como mamá) para cada cónyuge; la
medicina quiere monopolizar la atención de la salud y hasta Dios exige el
monoteísmo.
(Este es el Artículo Nº 1.784)
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10 comentarios:
Básicamente estoy de acuerdo con su planteo (me refiero sobre todo a lo que dice en el videocomentario). Aunque... y es difícil definir el aunque. Pasa por el sentimiento, no por la razón.
Nuestra madre (y nuestro padre) son los reyes de nuestras vidas. Sea porque los repudiemos por largos períodos de nuestra vida o sea porque estén en condiciones, ambas partes, de tener una relación gratificante y profunda.
Amplío el comentario de Luis: yo también pienso que son los reyes de nuestras vidas porque -sin excesivo afán de protagonismo de parte de quienes somos padres- constituyeron nuestros primeros vínculos, esos vínculos quizás fundantes de nuestro psiquismo.
Es bravo cuando estás divorciada y seguís odiando a tu ex. Eso significa que sigue ocupando un lugar más importante del que una quisiera. A mí me pasó que el hecho de decirle llanamente que lo odiaba, decírselo con serenidad y convicción, me ha sacado un lastre de encima. Ahora me siento más libre, más libre de él. Y se siente bien.
En el sitio más visible,
más visitado por mis sueños.
En el sitio más bello
estás tú amor.
Como todos, tengo mi memoria poblada de vínculos. Personas a las que se recuerda con frecuencia y otras a las que se recuerda de vez en cuando. También mi memoria está poblada de lugares donde sucedieron cosas. Cosas a solas conmigo misma y sobre toda cosas con otros. Hay lugares tristes, nostálgicos, brillantes, dulces, fulgurantes. También hay olores evocadores: el olor de la arena, de los panchos, los jazmines, del sudor, de la piel de mi padre, de la medicación cuando sale por los poros, del alcohol cuando pasa lo mismo.
Todo eso forma parte de lo que soy. Y aún no sé que nuevas personas, lugares y olores seguirán poblando mi vida.
La humanidad no quiere olvidarse de Hitler o de Pinochet porque han causado demasiado dolor. No quiere la humanidad volver a sentir ese dolor.
Cuando uno se enamora siente especial placer en repetir en voz alta el nombre de quien se ama. Es sí, traerlo al presente y en cierto modo tenerlo a nuestro lado.
A mí me pasa lo mismo que a Rocío, pero en lugar de repetir su nombre repito su sobrenombre. Porque su nombre, pobrecito! es muy feo.
La indiferencia es un sentimiento difícil porque es difícil sentir total indiferencia por alguien. Toda persona a la que medianamente hemos conocido deja una huella. En algo hicimos conexión, aunque esa conexión sea muy sosa. Si la memoria nos permite evocarla no habrá un sentimiento de indiferencia hacia esa persona. Al menos diremos ¨que persona poco interesante¨. Si la memoria no nos permite evocar, de todos modos habrá dejado su pequeña huella en nuestro inconsciente.
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