miércoles, 5 de diciembre de 2012

El amor por educación



   
Nuestros conflictos afectivos ocurren porque finalmente no sabemos cuándo amamos naturalmente y cuándo amamos porque la educación nos lo impuso.

De forma similar a como existe una Naturaleza que nos impone ciertas circunstancias (ley de la gravedad, hambre, instinto de conservación) y una cultura que nos impone otras diferentes (vestimenta, leyes de convivencia, tecnologías de la información), los humanos tenemos un conjunto de sentimientos naturales, (egoísmo, amor hacia quienes necesitamos, tristeza ante las pérdidas), que conviven con otros obligatorios (solidaridad, honestidad, respeto).

La oposición que existe entre estas circunstancias naturales y las culturales o la oposición que existe entre nuestros sentimientos naturales y los obligatorios, aparecen en nuestra psiquis bajo la forma de un conflicto, como no podría ser de otra manera.

En los conflictos, suele haber un ganador y un perdedor.

Si un partido de gobierno recibe las críticas de los partidos de oposición, el conflicto es permanente porque uno detenta el poder y el otro no. Si un boxeador se toma a golpes de puño con una anciana que se resiste a que el primero le robe la cartera, es muy probable que el conflicto sea circunstancial y termine en pocos segundos.

Los conflictos que tenemos instalados en la psiquis son permanentes porque la Naturaleza no para de presionar para que la obedezcamos y la cultura hace otro tanto, con mucho poder momentáneo (amenazas, multas, castigos) aunque a la postre la Naturaleza tiene la última palabra porque quienes insisten durante demasiado tiempo en oponerse a ella, terminan falleciendo.

Los niños conocen instintivamente las leyes naturales más elementales (respirar, comer, evacuar) y aprenden las culturales de los adultos.

Los niños consideran «seres queridos» a quienes necesitan para algo: La madre es esclava, las mascotas son obedientes, con los amigos se divierte. Si ama a otros es por educación.

(Este es el Artículo Nº 1.769)

11 comentarios:

Gloria dijo...

Los niños aman a sus padres, a su mascota, a sus amigos, y a veces hasta se enamoran de un niño o una niña, o de varios. Los niños tienen tanta o más capacidad de amor que nosotros los adultos.

Norton dijo...

El apego es natural; el amor es cultural.

Hugo dijo...

No amor por educación pero sí a veces amo de manera educada.

Martín dijo...

De chico me obligaban a saludar a cada uno de los alumnos de mi padre. 20 guachos estudiantes de Bellas Artes que se quedaban hasta las 3 de la mañana. Yo me iba a acostar, trataba de dormir y escuchaba las risotadas de ellos.

Natalia dijo...

Aunque la solidaridad, la honestidad y el respeto son en cierto modo sentimientos impuestos por nuestra cultura, después te salen solos, como que los incorporás.

N.A. dijo...

En los conflictos suele haber un ganador y un perdedor. A mí siempre se me hizo difícil aceptarlo. Mi primer gran competidor y quizás también mi primer gran conflicto, fue mi hermano. Como yo tenía tantos deseos de ganarle en todo, la competición me parecía algo salvaje y cruel, porque proyectaba los sentimientos míos, los que tenía cuando competía con mi hermano, a la competencia (si se quiere sana) de otros. Por eso durante mucho tiempo pensé que la única salida aceptable era el empate.

Tiago dijo...

Los conflictos permanentes ya me están cansando.

Ariel dijo...

Me gustaría saber, cada vez que entro en conflicto, cuál de las dos partes que se oponen es la más fuerte.

Elbio dijo...

Si un conflicto termina en pocos segundos es porque actuamos impulsivamente cuando una de las partes es claramente más fuerte que la otra.

Estela dijo...

Los niños aprenden las leyes culturales de los adultos, hasta que llegan a la adolescencia y deshacen todo. Igual después lo vuelven a armar cuando llegan a la adultez tardía.

Marcos dijo...

Estela, tratemos que no lo vuelvan a armar igual a como lo armamos nosotros.