domingo, 31 de julio de 2011

Coreografía matemática

Irina es hija de una mujer que tuvo sexo con alguien que después abandonó porque no le gustaban los hombres.

El padre de Irina fue un marino ruso, alto, musculoso y dotado de mucha gracia para hablar y bailar con sus compañeros de tripulación.

La mujer lo conoció en un bar de la zona portuaria al que concurrió buscando un amor fugaz que la dejara embarazada.

Con ingenio, sagacidad y también astucia económica, pudo disfrutar de la vida centrada casi por entero en la niña cuyos rasgos físicos informaban sobre el exotismo genético.

Esta mujer soñaba con tener un hijo que aprendiera lo que para ella fue imposible: las matemáticas. Durante el embarazo anhelaba ser madre de un científico, una ingeniera, un docente de física, una Madame Curie.

Sin embargo algo le decía que eso no sería así porque cuando escuchaba música, la niña se movía permanentemente dentro del útero. Quizá llegaría a ser violinista, cantante.

La pequeña sufría por no conocer al padre. Aunque tenía un excelente rendimiento escolar, su mente no paraba de generar preguntas para que la madre le describiera cómo era aquel marino. Las respuestas eran cada vez más imaginativas porque lo cierto es que apenas recordaba su silueta graciosa, el peso aplastante cuando lo tuvo sobre ella, el olor a alcohol y una tierna violencia que casi la aparta del lesbianismo.

La niña demostró habilidad para el baile y un desmesurado afán de protagonismo. La ambición artística de la pequeña la convirtió en poco tiempo en una excelente patinadora sobre hielo.

Para sobresalir de sus compañeros creó una técnica jamás vista antes: practicaba complejas y arriesgadas rutinas sin mirar, avanzaba a gran velocidad sólo de espaldas. Los más riesgosos desplazamientos los hacía retrocediendo.

Como profesora de baile trasmite su técnica explicándoles a los alumnos que en una pista de competencia, da lo mismo mirar hacia adelante para calcular la distancia a recorrer que mirar hacia atrás para calcular la distancia ya recorrida.

Irina fue ovacionada en grandes escenarios y la madre es feliz con el talento de su hija para la geometría.

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sábado, 30 de julio de 2011

Todos los días se (¿aprende?) entiende algo

La verdadera comprensión y utilización de muchos conocimientos se logra meses o años después de haber terminado la etapa estudiantil.

El cambio se produce cuando una acumulación de elementos predisponentes, se encuentra con un elemento desencadenante.

Dicho con un ejemplo visual: existe una gota de agua que produce el desborde del vaso. Sólo una.

Dicho con un refrán: «Tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe».

El proceso educativo (pedagogía, didáctica, formación, aprendizaje) consiste en incorporar conocimientos nuevos para que el alumno los asocie con otros conocimientos que ya tenía.

En este caso la imagen visual puede describirse como una hilera de ladrillos que sirve de apoyo a una segunda hilera, para terminar construyendo una pared de conocimientos integrados, coherentes, utilizables.

Todos sabemos de nuestra resistencia a los cambios, lo que no siempre tenemos presente es la frase completa que dice así: «el ser humano se resiste a los cambios que lo perjudican».

De esta «frase completa» podemos deducir otra con idéntica validez: «el ser humano acepta los cambios que lo benefician».

Combinaré ahora estas ideas para comentar que la integración de un conocimiento puede efectuarse en varias etapas separadas en el tiempo. Podemos recibir una información hoy, entenderla dentro de un año e integrarla a nuestra forma de pensar dentro de dos años.

El sistema educativo funciona con plazos arbitrarios a los que el alumno no tiene más remedio que ajustarse precariamente.

Ocurre habitualmente que los exámenes se salvan porque el estudiante bajo presión, memoriza y repite aunque no haya entendido y mucho menos incorporado.

De todos los conocimientos recibidos en estas condiciones, muchos serán olvidados y unos pocos, cuando aparezca el factor desencadenante de la comprensión (meses o años después de haberlos recibido), quedarán en condiciones de ser incorporados, utilizados, realmente aprovechados.

Artículos vinculados:

Hacemos preguntas e inventamos respuestas

El bio-cam-bio

El gobierno de las mayorías

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viernes, 29 de julio de 2011

Los libros y las religiones

Los libros, al igual que las religiones, frenan la evolución porque unos y otras contienen ideas que no se modifican a lo largo del tiempo.

En otro artículo (1) propongo un razonamiento que parte de una lógica mecánico-automotriz: los buenos frenos de un vehículo permiten que pueda tener un motor potente y veloz.

Agrego ahora que los buenos frenos también permiten una mayor carga (peso) de desplazamiento.

En otras palabras, un vehículo con un dispositivo para desacelerar la inercia, puede transportar carga más pesada.

El mencionado artículo sugiere que en el plano cultural, las religiones, cuya longevidad depende en gran medida de la permanencia a lo largo de los siglos de ciertas creencias, doctrinas y rituales, no es meramente un obstáculo para el progreso filosófico, ideológico y moral de las culturas, costumbres y hasta legislaciones, sino que las religiones favorecen indirectamente el progreso precisamente porque protegen a los pueblos de los desbordes, la anarquía, el caos.

Agrego ahora otro elemento que «acelera porque enlentece».

Los libros son documentos que congelan las ideas, las fijan en el momento de su publicación, cuando el autor pone en venta su obra, pierde control sobre su contenido, «lo dicho, dicho está», esas ideas sólo pueden ser modificadas escribiendo otro libro.

Por ese motivo, los autores deben pensar mil veces que publicarán en un libro y esta preocupación es hasta cierto punto lo que le da más valor, credibilidad, confianza al texto escrito ... un libro tiene para muchos «sagradas escrituras», dignas de fe tan sólo por estar impresas y encuadernadas.

Si las religiones y los libros son «frenos aceleradores» porque contribuyen al conservadurismo de las ideas, creencias, culturas, ¿qué ocurrirá de ahora en más con los textos publicados en Internet, en tanto pueden ser modificados cuando el autor lo desee?

(1) Los frenos aceleradores

Anexo: Este link muestra una vertiginosa conducción en la madrugada de París-Francia.

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jueves, 28 de julio de 2011

Los frenos aceleradores

El conservadurismo de las religiones permite —paradójicamente—, que las culturas se modernicen más rápidamente.

Si nos salteamos una primera impresión, podemos afirmar que los frenos de un vehículo son útiles para desarrollar mayor velocidad de desplazamiento.

Efectivamente, si lo pensamos por la contraria, veríamos que un auto sin frenos tendría que moverse muy lentamente para poder detenerlo cuando fuera necesario.

Sin embargo, un vehículo que a 100 kph se detiene en 50 metros, nos permite mayores prestaciones que otro que frena en 100 metros.

Como dato adicional, la marca Ferrari —famosa por la velocidad de sus automóviles—, promete que esa distancia sea inferior a 33 metros.

Si estamos de acuerdo en que un buen mecanismo desacelerador habilita la optimización de un mecanismo acelerador, estamos en condiciones de pasar a otro tema, aparentemente distinto, aunque no tanto.

Las religiones son ese mecanismo de freno que tienen las culturas y que, aunque puede ser criticado por enlentecer el progreso, permite justamente lo contrario.

Si observamos qué nos ocurre cuando actuamos en sociedad, vemos que los colectivos avanzan con nuevas ideas, nuevas tecnologías, costumbres, hábitos, satisfacciones, modas.

Hasta puedo decir que la masa, la gente, el pueblo, es atrevido, osado, imprudente.

Las iglesias reaccionan y se escandalizan, aconsejan, protestan y un conjunto de ciudadanos se frena, duda, se frustra.

Si la nueva costumbre avanza a pesar de esta resistencia religiosa, es casi seguro que los legisladores tomen la idea, le apliquen un formato legal y terminen reglamentando lo que el pueblo ya había adoptado de hecho.

La aceleración descontrolada es moderada por las iglesias, hasta que todo parece indicar que la innovación se estabilizó en una especie de «velocidad crucero», recién entonces aparece la ratificación legal, el reglamento, el control oficial y seguramente algún conjunto de castigos para los transgresores.

Anexo: Este link muestra una vertiginosa conducción en la madrugada de París-Francia. http://www.youtube.com/watch?v=gWVde1pWl24&feature=fvsr

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miércoles, 27 de julio de 2011

Lo que la gratitud desea pagar

La gratitud es un deseo de pagar por habernos hecho sentir, creer, ilusionar, que nos aman. La gratitud quiere retribuir la esperanza.

El diccionario de la Real Academia Española nos informa sin vacilar que la palabra gratitud debe recordarnos el «Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera.»

Veamos algunos detalles:

— «Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer». Esto quiere decir que debemos valorar, cuantificar, calcular, algo que nos dieron realmente o que tuvieron la intención de darnos.

Esto significa que «con la intención basta»; en otras palabras corresponde sentir gratitud tanto por lo que recibimos efectivamente como por lo que quizá hubiéramos recibido pero que no recibimos.

De manera aún más dramática: da lo mismo que nos regalen un auto a que nos anuncien que nos regalarán un auto. Ambas situaciones merecen nuestra gratitud.

Con todo el respeto que me merecen los sentimientos humanos, diría que la gratitud es bastante desprolija, inconsistente, quizá poco respetable (en tanto funciona de igual forma con hechos consumados que con simples promesas).

— «… y a corresponder a él de alguna manera.» Esto quiere decir que el beneficio que hemos recibido en realidad o como simple promesa, genera (cuando surge la gratitud) algún tipo de reciprocidad (pago, retribución, compensación).

En suma: la gratitud la defino como el sentimiento que nos inspira alguien que nos demuestra amor dándonos o prometiéndonos un beneficio (material o intangible) que genere en nosotros una ilusión, una expectativa, una esperanza.

Más precisamente: como los sentimientos de gratitud y de amor recibido son subjetivos, en cualquier caso la gratitud es nuestro deseo de pagar por hacernos creer que somos amados.

Artículo vinculado:

Gracias de nada

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martes, 26 de julio de 2011

El delicado aparato psíquico

Las ideas (creencias) funcionan como piezas rígidas e imprescindibles de nuestro «aparato psíquico». Cambiar sólo una, implicaría cambiar todas las demás.

Como si se tratara de un complejo mecanismo de relojería, nuestra psiquis tiene entre sus miles de piezas, a las creencias (prejuicios, ideas, opiniones).

Aunque estas piezas del intrincado mecanismo son intangibles, invisibles (no se pueden tocar ni ver), no son menos efectivas y sobre todo rígidas.

Como decía en otro artículo (1), cualquier desajuste nos provoca dolor. Al mal funcionamiento de este «mecanismo» lo percibimos como incertidumbre, duda, inseguridad.

Tras estas sensaciones viene la angustia y tras esta, decaimiento, insomnio, disfunciones sexuales y un sinfín de molestias, dolores y desarreglos que generalmente son tratados por la psicosomática.

Pensemos por un momento que ese intrincado mecanismo de relojería que nos defiende de esta incertidumbre y sus consecuencias, es atacado por agentes externos que cuestionan (critican, descalifican) la perfección de alguna de sus piezas.

Por ejemplo, varios compañeros de trabajo nos critican burlonamente porque oramos al Señor la gracia que nos concede brindándonos la comida que nos alimenta.

Esta «pieza» (la creencia en Dios) de nuestro complejo mecanismo, es imprescindible para conservar el buen funcionamiento de nuestra mente, psiquis, emociones (aparato psíquico).

A su vez, en el «aparato psíquico» de nuestros compañeros de trabajo es muy importante una pieza que podemos denominar «ateísmo».

Aunque a ellos y a nosotros nos parezca que las demás mentes pueden pensar como la nuestra, eso no es así. Por seguir con el ejemplo, los repuestos de un reloj Casio no le sirven a la maquinaria de un reloj Citizen.

Si en el mecanismo de ellos o de nosotros está la «pieza» según la cual todo «mecanismo» diferente es una amenaza real o potencial, ellos o nosotros intentaremos combatir al supuesto enemigo (intolerancia).

(1) Las verdades personales

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lunes, 25 de julio de 2011

Mucha información en medio de la duda

Probablemente el máximo nivel de sabiduría se logra combinando el conocimiento de datos concretos (distancias, mecanismos, procedimientos) con una fuerte tolerancia a la incertidumbre sobre temas abstractos (filosofía, deseos, sentimientos).

En el plano psicológico, emocional e intelectual, ¿qué es crecer, desarrollarse, llegar a adulto?

Les comento dos posibles respuestas a esta pregunta.

1) Para una mayoría el proceso es muy claro, sencillo y hasta obvio: nacemos ignorantes y la madurez psicológica se caracteriza por el conocimiento, la experiencia y la sabiduría.

Cuando alguien llega a este nivel superior, entonces muchas de sus angustias desaparecen, la inseguridad propia de la infancia y la adolescencia quedan atrás y accedemos a la serenidad, el aplomo, la madurez.

El aspecto físico de este individuo suele ser el propio de una persona con más de 50 años, sus opiniones personales denotan cuánto sabe de la vida, de la realidad, de las verdades trascendentes (para qué nacemos, qué ocurrirá cuando muramos, qué es el amor, etc.).

2) Para una minoría el proceso es diferente al anterior: nacemos ignorantes, hostigados por las molestias de la incertidumbre, nos apuramos a incorporar creencias en las que confiamos y nos quitan las dudas más incómodas.

Enterados de la falsedad de esta etapa de ilusión, comenzamos a estudiar, a informarnos, a pensar e inevitablemente llegamos a la conclusión de que las certezas son ilusorias, que el conocimiento no es otra cosa que una creencia compartida por muchas personas.

Algunos datos confiables existen y están referidos a cosas concretas como por ejemplo medidas, localizaciones, mecanismos, procedimientos.

El anhelo de conocer el futuro, de evitarnos el sufrimiento, de controlar nuestra vida, nos induce a pensar que esos datos también pueden lograrse previendo el futuro, adivinando el deseo ajeno, anticipando los riesgos que deseamos evitar.

En suma: aparentemente la minoría acierta cuando supone que la sabiduría consiste en tener muchos conocimientos sin pretender estar seguro de algo.

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