Dicen los teóricos que
cuando nacemos tenemos una visión holística de la realidad. Pasamos un par de
años viviendo sin poder diferenciar a mamá de mí, del muñeco, se la cama, pero
un cierto día se nos hace la luz y podemos darnos cuenta de las diferencias,
las individualidades, captamos la separación yo/tú. Es un momento maravilloso. Quienes
nos observan lo notan por nuestra inmensa alegría. Sin embargo, cuando vivimos
en sociedad nos encontramos con quienes nos invitan a no discriminar otra vez,
como si nuestro cerebro regresara a etapas inmaduras. ¡Qué cultura tan enferma
nos rodea!
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