La industria farmacéutica
se vale de los médicos para comercializar lo que producen. Los médicos que
usted y yo consultamos para curarnos son vendedores que reciben estimulantes
comisiones por hacernos tomar las drogas de sus empleadores (Bayer, Roemmers,
etc., etc.).
Como en occidente somos
cristianos, creemos ser culpables (enfermos) y súbditos de un solo Dios,
omnipotente, severo, vengativo, autoritario, cruel. Así es nuestra medicina.
La izquierda pregona la
igualdad, entonces vamos al médico, este encuentra que somos diferentes por la
presión arterial o por el colesterol o por la glicemia y nos dice qué droga
tenemos que tomar para poder ser iguales a los demás. Nosotros, súbditos
atemorizados, culpables de todo, expuestos a terribles condenas, tomamos “religiosamente”
esa droga con la que volveremos a ser iguales a los demás como manda la
izquierda.
En suma: usted y yo somos
esclavos de la izquierda, del cristianismo y de la medicina.
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