Como todos los mamíferos,
la hembra humana también se encarga de seducir al varón que la fecundará. Puesto
que en nuestra cultura se la critica si cumple con ese mandato Natural, ellas
acumulan una molesta represión.
Esto explica por qué
tantas damas se excitan con las expresiones groseras y malsonantes verbalizadas
durante el coito.
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