jueves, 20 de diciembre de 2012

Dejad que los fastidiosos vengan a mí



   
Según sea el vínculo con Dios, encontramos personas que procuran ser muy fastidiosas y encontramos personas que nunca quieren molestar.

Existen dos formas de ganar amigos: molestando mucha gente y no molestando a nadie.

Esto suena contradictorio porque efectivamente lo es. Se convierte en coherente si incorporamos la muy interesante variable de que un caso y su opuesto existen en contextos distintos.

Si no aclaro esto, usted no seguirá leyendo, por lo tanto, aclaro:

Como todos necesitamos ser amados y tenemos la ilusión de que es posible controlar inteligentemente ese anhelado objetivo, hacemos cosas, intentos, ensayos-y-errores, para que los demás nos quieran.

Al comienzo de nuestra vida recibimos una primera enseñanza cuyo eficacia pedagógica es enorme porque es la primera y porque nos ocurre cuando tenemos casi todo por aprender.

Esa primera experiencia nos lleva a pensar que siendo indefensos, llenos de problemas, llorones, hambrientos, quejosos, intolerantes, ansiosos y demás cualidades afines, nuestra madre o alguien de rol similar, correrá a resolvernos el problema, demostrándonos así que nos ama.

Por lo tanto, nuestra primera enseñanza nos indica que cuanto más molestemos a los demás, más amados seremos por nuestras víctimas.

En una segunda etapa, algunas personas tienen tan tristes experiencias que llegan a dudar de que molestando ganamos amigos y, en los peores casos, llegan a deducir que molestando perdemos amigos que ya teníamos.

Estas infelices criaturas pueden tener una reacción extrema: para no molestar intentan valerse por sí mismos, evitan por todos los medios ser parásitos, menesterosos, necesitados, con lo cual muchos amigos se apartarán porque no se sienten útiles, porque les quitan la oportunidad de ayudar.

Para el primer grupo (los fastidiosos), amar a Dios es no parar de pedirle, rezarle, sobornarlo con ofrendas y para el segundo grupo (los autosuficientes), amar a Dios es dejarlo tranquilo.

(Este es el Artículo Nº 1.783)

11 comentarios:

Morgana dijo...

Dudo que se puedan tener amigos molestando a mucha gente. Cada cual tiene bastante haciéndose cargo de su propia vida.

Filisbino dijo...

Un caso y su opuesto existen tanto en contextos distintos como en el mismo contexto. Nos lo demuestra la física cuántica.

Carlos dijo...

¨El que no llora no mama¨ es un dicho rioplantense que habla con bastante justicia de nuestra idiosincracia.

Olga dijo...

Siendo pequeñitos recibimos, como ud. dice, una primera lección que quedará inscripta para siempre: tenemos que llorar para que mamá nos atienda. Lo que sucede es que lo adecuado en esa etapa de la vida, deja de serlo unos años después.

Andrea dijo...

Estoy de acuerdo en que el otro extremo tampoco es bueno. Tratar de arreglárselas solo siempre, no es posible. Habría que discernir en que momentos es adecuado pedir ayuda y recibirla de corazón. Habría que permitirles a quienes nos quieren bien, que nos ayuden. Es una gratificación que se merecen ambas partes. Es parte de la amistad.

Luján dijo...

Nadie es autosuficiente, pero se puede ser bastante autosuficiente.
Estoy de acuerdo, ha Dios hay que dejarlo tranquilo. Habría que recurrir a Él sólo cuando de verdad lo necesitamos.

Yoel dijo...

Me gusta que mis amigos me permitan serles útil. Yo espero lo mismo de ellos, pero si no pueden, los quiero igual. Ningún amigo es todopoderoso.

Gabriela dijo...

Soy una de esas personas que ha llegado a la conclusión de que se pierde pidiéndole a los amigos. No porque haya vivido experiencias tristes en ese sentido, sino porque tomé como buena la actitud de mi padre. Él ayudaba a todo el que podía, pero jamás pedía ayuda para sí mismo.

Chapita dijo...

Cuando me enfermé se ve que empecé a molestar a mis amigos. No porque les pidiera nada, sino porque mi enfermedad era estar loco. Supongo que los molesté porque todos desaparecieron de mi vida. Pero tengo autocrítica y puedo decir de mi parte que yo tampoco supe generar amistades profundas.

Verónica dijo...

¡Es la hora de hacer nuevos amigos Chapita!

Chapita dijo...

Sí, estoy en eso y la verdad que no me está yendo mal.
Además, a pesar de que el rótulo de loco me quedó, creo que ya no estoy tan loco.