En las polémicas es fácil escuchar cómo los oponentes se
descalifican mutuamente, quizá porque desearían comerse, como hacemos con los
animales que descalificamos.
Hablemos
de animales.
Los
humanos comemos casi cualquier «bicho que camine», pero en Latinoamérica y en
España, los hispanoparlantes, comemos vacas, ovejas, cabras, cerdos, gallinas,
pescados e iría cerrando la lista porque no necesito ser exhaustivo.
Los
hispanoparlantes no comemos caballos, perros, gatos e iría cerrando la lista
porque no necesito ser exhaustivo.
La
opinión que tenemos de unos y otros animales es muy distinta.
Los
animales que comemos parecen tontos, sucios, fríos y los que no comemos parecen
inteligentes, trabajadores, compañeros.
Quizá
exista algo de arbitrariedad en estas calificaciones, pues los animales
comibles y no comibles son igualmente valiosos, pero es oportuno recordar que
unos nos inspiran afecto y los otros no.
Es
normal entre los humanos que cuando no queremos a alguien tengamos muchas
ocurrencias para descalificarlo de forma similar: «Fulano es un tonto»,
«Mengana es una desprolija», «Perengano es egoísta».
Más
o menos el mismo nivel de inventiva tenemos para las alabanzas: «A Sultán le
falta hablar»; «La Manchada cuida al jinete más que a sus potrillos»; «El
Barcino es más limpito que una persona».
Con la buena voluntad que nos caracteriza,
podemos esbozar una breve teoría:
Los humanos cuando ponderamos a alguien es
porque nos ayuda y no querríamos interrumpir esa colaboración comiéndolo,
mientras que cuando criticamos a alguien, es porque no nos ayuda y en todo caso
lo comeríamos como para que tenga la oportunidad de servir para algo.
Estas acciones son visibles, somos testigos de
cómo nos comemos a los animales que no nos inspiran afecto y de cómo protegemos
a los serviciales esclavos domésticos.
En las polémicas es fácil escuchar cómo los
oponentes se descalifican mutuamente, quizá porque preferirían comerse.
(Este es el Artículo Nº 1.771)
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7 comentarios:
Comerse al oponente, como ud dice, es incorporarlo. Si incorporo a mi oponente me completo, es como que entro en una situación en la que el ying y el yang quedan equilibradas.
Cada cultura respeta y descalifica diferentes animales. Ahora, al menos en el mundo desarrollado, el perro y el gato, animales usados como acompañantes, y el primero además como guardián, son valorados. Algunas personas, incluso, me refiero a los vegetarianos, hace mucho tiempo que vienen entablando una lucha constante. Algún que otro adepto han logrado.
Nos comemos a los animales que no nos inspiran afecto. Y actuamos como animales cuando hacemos lo mismo con las personas; cuando las usamos.
me dan ganas de comerme a besos a mi bebé, y la verdad es que no me ayuda mucho.
Me pasa lo mismo que a Lorena pero con mi novio.
Adoro a los caballos, por eso no soporto verlos tirando de un carrito. Entiendo que son valiosos para quienes los usan como instrumento de trabajo, y que muchos de ellos los cuidan bien, pero igual, en el único lugar que concibo a los caballos es en la pradera.
Jesús dijo 'coman de mi carne, beban de mi sangre' , más allá de que obviamente sea en sentido metafórico, da para pensarlo
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