Es increíble la fuerza de los sentimientos. Por eso dudo tanto de la eficacia de la medicina. Los médicos se inclinan a suponer que todo es químico, mecánico o fisiológico y yo, sin negarlo rotundamente, pienso que es parcialmente cierto. La otra mitad del ser humano es afectiva, psíquica, espiritual.
Padecía yo un estado gripal muy fuerte, cuando a través de las lágrimas de mis ojos llorosos comencé a ver un programa de televisión que incluía una mini-historia del artista más amado en el Río de la Plata: Carlos Gardel. Los escalofríos, los estornudos, el dolor en todo el cuerpo me tenían en la más triste postración y saber que la empresa estaba a cargo de mi cuñado me tenía en la más corrosiva preocupación.
A través de la llovizna lacrimal y superando la inflamación de los oídos, me llegaban las imágenes y los comentarios de distintos testigos de aquella época de oro del cine en blanco y negro.
Cada vez que veo una película de este cantante, los pelos del cuerpo se erizan como si fueran fanáticos que hacen la ola en un estadio. El corazón late de otra manera. También imito involuntariamente los gestos que más me conmueven.
Tengo datos concretos de que habemos muchos rioplatenses que reaccionamos de la misma manera, pero lo que pasó en este caso fue realmente insólito.
Cuando pasaron un fragmento de Cuesta Abajo (1934) vi durante poquísimos segundos a mi madre.
Ya sé que no puede ser, pero yo la vi con mis propios ojos y también es verdad que la gripe desapareció.
reflex1@adinet.com.uy
1 comentario:
Fernando,muy interesante tu espacio.
Te mande un mail para invitarte a Neurona, como te decia: menos baile del caño y mas lacan para los niños
Salu2
Pau
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