En el ADN del pueblo
norteamericano está programado que los afrodescendientes sean servidores de los
caucásicos.
Las dos presidencias de Barak
Obama fueron opuestas de esa genética. En muchos norteamericanos hasta se desarrolló
la creencia de que el presidente es un esclavo más, aunque con ciertos derechos
especiales.
Cuando la presidencia
volvió a un caucásico (el nórdico Donald Trump casado con la sofisticada eslovena
Melania Knavs), OTRA VEZ se reactivó la creencia de que el pueblo retomaba el
rol de subordinado que había perdido cuando se sentía superior al presidente
negro.
Ante esta nueva torsión del
ADN se elaboraron diferentes conjeturas de intervención rusa y de manipulación
tecnológica.
El eslogan ganador decía “Make
great America again” que, según mi hipótesis, significa “volvamos al predominio
de la raza blanca y dejemos a los negros como esclavos liberados”.
Trump reacciona con
terror fóbico a la invasión de mestizos-no caucásicos. Teme otro ataque demoledor
del ADN que le había dado grandeza a Norte América. El muro es una fantasía tranquilizadora
para un caucásico que vivió la humillación de ser gobernado por un “esclavo”
En este momento el país
está sufriendo el colapso paralizante que debió ocurrir cuando ascendió Obama.
…
Me crea o no, el mundo
sigue andando.
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