domingo, 3 de agosto de 2014

Tres décadas



 
Desde muy pequeña, Mariana había dicho que a los 29 años haría un cambio de vida.

Tenía una tía muy mística que la fascinaba con su narrativa fantasmagórica. Esta había diagnosticado que Mariana no hablaba por sí misma sino que era usada por alguna divinidad.

Para hacer esta afirmación se basaba en sus prolijas lecturas de todos los libros escritos por la psicoanalista británica Melanie Klein: «Una niña con 5 años no tiene noción de qué puede ocurrir 24 años después».

Los padres de la niña pensaban diferente: decían que esa idea la estaría copiando de algún programa de televisión o de algo que escuchó por ahí. Sin embargo, a los 25, Mariana volvió a mencionar aquella profecía o determinación.

Cuando a los 13 volvió de Noruega, después de utilizar una beca de intercambio, su conducta estaba aun más alejada de lo habitual.

A los 14 años les contó a los padres que ya se había sacado de encima el himen utilizando un consolador de la tía mística. Manejó la posibilidad de utilizar el pene del primo Felipe aunque, según agregó, era un chico demasiado infantil y aprovecharía la ocasión para creerse atractivo, superior y demás tonterías masculinas tercermundistas.

Con 16 descubrió que tenía facilidad para ganar dinero. Según le contaba a los padres, el secreto está en no rechazar las oportunidades, en reconocer que los demás aman gastarlo, que los menos pudientes prefieren despilfarrarlo. Mariana creía que para tener dinero solo es preciso no rechazarlo tanto como hacen quienes no lo tienen porque lo abandonan de la manera más desamorada.

Como ya mencioné, a los 25 Mariana repitió su premonición infantil, esto es: «A los 29 años cambiará mi vida».

La preparación para ese cambio misterioso no existía. Ella seguía con su vida cotidiana, ganando mucho dinero y sin vincularse con casi nadie. No tenía ni novio ni amigas. Había decorado su habitación con muchos colores, con voiles, con acuarelas de paisajes marinos tormentosos y con un extraño perfume cuyo origen no pudo ser descubierto por la mamá en las exhaustivas inspecciones que hacía cuando Mariana se ausentaba.

El cumpleaños número 29 estuvo lleno de expectativas para los padres y la tía, pero no para Mariana. Tratando de disimular la preocupación, la mama preparó la torta marmolada tradicional, compró unas Coca-Colas y miraron la televisión como todos los días.

Unos meses después la muchacha salió pero no regresó. Los padres y la tía inmediatamente pensaron lo peor.

Por la noche ya se había consultado a la policía y a los principales hospitales, sin que hubiera noticias de la desaparecida.

Al otro día recibieron una llamada telefónica que electrizó el aire. Atendió la tía y quedó pálida.

Según parece, Mariana se había presentado totalmente desnuda en un sanatorio psiquiátrico, se la diagnosticó inmediatamente como esquizofrénica, se la internó y quien llamó por teléfono estaba tratando de conocer la identidad de la paciente para gestionar el cobro de los costos de internación y tratamiento.

(Este es el Artículo Nº 2.232)

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