
Las personas que llaman la atención por su discurso carente de veracidad, tienen de todos modos un cierto atractivo.
A veces conocemos personas que
mienten reiteradas veces. Parece una (mala) costumbre. Aún cuando tienen todas
las posibilidades de decir la verdad, se empecinan en distorsionar los hechos,
modificar las historias, contar fábulas muy difíciles de creer, agregarle
elementos fantásticos a hechos intrascendentes, prometer soluciones, anunciar futuras proezas
personales, asegurar que tienen una gran amistad con personalidades que parecen
muy alejadas de su clase social, económica, cultural, política, educativa.
Para mejorar su perfil, todos
estos apartamientos de la verdad lo muestran como alguien que dice ser muy
inteligente, simpático, adivino del futuro y de las intenciones ajenas,
ganador, arriesgado, valiente, seductor irresistible, digno de crédito, buen
deportista, afortunado y hábil con los juegos de azar, poseedor de recursos
materiales abundantes y costosos, protagonista de aventuras novelescas.
Aplicaré mi esfuerzo
imaginativo para encontrar algunos méritos de estos personajes.
1) Estos personajes hacen un
gran esfuerzo por agrandar su figura pero simultáneamente, quizá sin quererlo,
también hacen un esfuerzo por ser divertidos, entretenidos, capaces de que el
tiempo pase volando en su compañía.
Para ajustar esta dimensión,
tenemos que compararlo con otro que haga lo contrario, es decir, que no hable,
no se ría, no haga chistes y se presente como alguien tan desvalorizado que,
también sin quererlo, nos deja la sensación de que estando en su compañía
estamos perdiendo el tiempo. Estos aburridores son los que verdaderamente roban
nuestro tiempo.
2) Una vez que conocemos a un
personaje así y disponemos de la habilidad para aprovechar su presencia,
podemos disfrutarlo aún más utilizando sus invenciones para dejar volar nuestra
propia fantasía, como si consumiéramos una droga alucinógena, pero sin
intoxicarnos orgánicamente.
Claro que asociándonos con
ellos tenemos prohibido encarar asuntos serios.
(Este es el Artículo Nº 1.730)
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