A los 30 años, Nelson decidió casarse y fue
homenajeado por sus compañeros de trabajo con una despedida de soltero.
En esas reuniones, para bien o para mal, suelen
ocurrir cosas que no deberían ocurrir.
En este caso Nelson descubrió qué se siente con
un fellatio y desde entonces vivió obsesionado con las bocas, propia y ajenas,
de hombres y de mujeres.
Medio siglo después enviudó, pero su esposa
nunca fue informada de la obsesión que para Nelson era tan placentera que
debería ser diabólica.
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