La definición científica formal de “teoría” es muy diferente del
significado cotidiano de la palabra. Se refiere a una explicación
completa de algún aspecto de la naturaleza que está apoyado por un vasto cuerpo
de evidencias. Muchas teorías científicas están tan bien establecidas
que probablemente ninguna nueva prueba podrá alterarlas sustancialmente. Por
ejemplo, ninguna nueva prueba demostrará que la Tierra no gira en torno al Sol
(teoría heliocéntrica) […] Una de las propiedades más útiles de las teorías
científicas es que pueden utilizarse para hacer predicciones sobre eventos
naturales o fenómenos que aún no se han observado.
En
resumen, teorías son la relatividad, la evolución o el cambio climático. No son
“solo teorías”; como también dice la NAS, “en ciencia, las teorías no se
convierten en hechos a través de la acumulación de pruebas. Más bien,
las teorías son el punto final de la ciencia. Son conocimientos que se
derivan de extensa observación, experimentación y reflexión creativa”.
Incluso en
ciencia, a veces se olvida esta definición. Por ejemplo, no debería hablarse de
la teoría de cuerdas, o de la de los universos paralelos, porque no lo
son. Y tampoco lo es el psicoanálisis. Es una especulación,
una ocurrencia, incluso un conjunto de hipótesis; pero no de hipótesis
científicas, dado que no pueden comprobarse.
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