1.
En nuestro Uruguay todo es a escala del
pequeño territorio y de la pequeña población. Mi primo se burla diciendo que
nuestro shopping más grande es un quiosco.
2.
Deambulaba por este
mega-shopping-quiosco una noche de fabulosos descuentos. La gente y las bolsas
de esa gente casi formaban una masa bulliciosa, con pequeños márgenes de
movilidad.
3.
Me llamó la atención una mujer con cabello
teñido de gris. El rostro juvenil quedaba realzado por el peinado de abuela
coqueta. También me llamó la atención que no tenía bolsas. Éramos los únicos sordos
ante las seductoras ofertas.
4.
Se ve que al mirarla levanté las cejas
porque ella copió mi gesto. Eso me hizo gracia y ella copió mi sonrisa.
5.
Me acerqué a su oído y le dije:
6.
—Te invitaría a tomar un café pero
tendrías que ser muy ingenua para no considerarlo una grosería obscena. ¿Se te
ocurre alguna otra fórmula?
7.
Ella también me habló en el oído y me
dijo:
—
Valoro tu delicadeza. Te la retribuyo
invitándote a tomar una copa de vino en mi casa. ¿Aceptás?
8.
Me hizo gracia su desparpajo y,
tomándola del brazo como si yo fuera la dama, le contesté levantando ambas
cejas.
9.
No salimos por ninguna de las 24 puertas
del complicado edificio sino que tomamos un ascensor hasta el piso 14. Ahí
vivía esta señora que se presentó como Mariana más un apellido polaco en el
que, fonéticamente, no identifiqué ninguna vocal.
10.
¡Vaya colección de botellas, frascos,
vasos, vasitos y copas, colgadas y apoyadas!
11.
¡Qué difícil me pareció todo esto! ¡Esta
mujer era rica, o millonaria, o empresaria, o diplomática y yo con mi modesto
título de contador mediocre y evasor de impuestos!
12.
¡Qué mal me sentí cuando me preguntó qué
quería tomar! Nada de lo conocido por mí podría compartir aquellas suntuosas
estanterías. Zafé diciéndole que la acompañaría en lo que ella prefiriera. ¡Qué
error! Me sirvió un licor de menta que me pareció abominable. No se lo dije
pero se enteró porque apenas lo probé.
13.
¡Qué estaba haciendo yo ahí! Se
agolparon en mi cabeza escenas con Cary Grant, Alain Delón, Dean Martin,
ideales para sentirme más y más un gusano.
14.
Cuando después de 10 minutos comencé a
pensar cómo irme sin molestarla me invitó a ver una documental. Me imaginé
alguna colección de Discovery Channel, pero no: era una colección de los
mejores goles en la historia del fútbol. Me encantó! Cuando aparecieron
jugadores uruguayos quedé sentado en el sofá orgulloso como un soldado cuando
escucha el himno.
15.
En mi más profunda concentración
futbolera, Mariana se puso de rodillas sobre la alfombra, abrió el cierre de mi
pantalón y rebuscó con la mano hasta encontrar mi pene. ¡Qué vergüenza! Estaba
más pequeño que nunca. Apenas sobresalían unas migas de piel arrugada.
16.
Los goles eran cada vez mejores. Seguían
apareciendo “goles uruguayos” y yo tratando de olvidar el mendrugo de pene que
ella comenzó a lamer extremando la puntería de sus labios y lengua.
17.
Yo le miraba el cabello y pensé que
aquella joven en realidad era una anciana sin pretensiones, pero la paciente
tarea bucal empezó a dar resultados. El juego de cámaras con que habían sido filmados
los goles me pareció artístico, coreográfico, en algunos casos, surrealistas.
Mi pene comenzó a crecer, la vergüenza cedió, me animé a tocarle la juvenil
cabellera plateada.
18.
Ella cambió, ahora parecía más
desenvuelta porque había aumentado el material para su obra. Sentí cómo
suspiraba y pensé que podría estar gozando con algo mío. Eso me trajo
tranquilidad y pude identificarme un poco más con los “goleadores uruguayos”.
19.
No sé cuánto tiempo habrá pasado, quizá
20 minutos o 50 goles. Cuando mi pene llegó al despliegue máximo, se levantó la
pollera, —no tenía ropa interior—, y se penetró vaginalmente. Sentí un mareo
pero recordé que no había ingerido nada de alcohol. Ella tuvo varios orgasmos.
En cada uno se apretaba el estómago como si estuviera pariendo mi pene.
20.
Comenzó a moverse con más velocidad. Mi eyaculación
era inminente.
21.
Así ocurrió y me convertí en una manguera
de elevado caudal seminal.
22.
Mi historia con Mariana continuó:
siempre iniciaba una fellatio cuando intuía que yo estaba lo más alejado del
deseo sexual. Quizá es una técnica polaca. No sé, cuando tengo la suerte que
ella me invita a ver una peli, corro entusiasmado pero ella siempre logra
distraerme para que mi respuesta comience desde la nada misma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario