sábado, 5 de mayo de 2007

DEJARDINERO



A Luis nunca le interesó la escuela. Le causó mucho dolor que una mamá-maestra le diera respuestas a preguntas que él no hacía y que después le exigiera demostrar que las había escuchado. Él nunca habría inventado un juego así para divertirse con sus amigos. Esto fue forjándole la convicción de que toda persona muy alta, abusaba de su fuerza para imponerle molestias gratuitamente, sin que él se lo mereciera. En sus largas meditaciones a la hora de la siesta obligatoria, siempre llegaba a la conclusión de que ser poderoso equivale a ser malo y desconsiderado con los más débiles. Los adultos eran malos porque son poderosos y los niños eran buenos porque son débiles. Esta conclusión fue el principio número uno en su sencilla filosofía de vida.

Por el liceo sentía un rechazo alérgico porque los grandes y malvados se le presentaron en patota. Se turnaban para decirle cosas totalmente aburridas y para exigirle retener en su memoria aquella sarta de disparates que a nadie le interesaban. Tenía pesadillas con un grupo de cocineros malhumorados que obligaban a los comensales a comer de su comida sin importarle si éstos tenían hambre o no, sin tener en cuenta que ya habían tenido que comer la comida del cocinero anterior, sin importarles para nada que su comida fuera horriblemente fea de tragar, dura de masticar e indigesta siempre. A veces tenía pesadillas parecidas en las que los cocineros eran reemplazados por violadores.

El castigo que recibió por ser débil fue de doce años. Seis con una sola carcelera y otros seis con muchos verdugos. Logró cumplir la pena y salir a tiempo, por buena conducta. Tenía la suerte de ser resistente a los castigos injustos.

El mismo día en que terminó su calvario, los padres le preguntaron de qué iba a trabajar y el respondió lo que ya sabía: de cualquier cosa que sea con animales o vegetales.

Actualmente sigue cuidando plantas, gramillas, arbustos y huertas, a veces sin cobrar nada, porque los ama tanto como a Romeo, el caballo que tira de su carrito. Nadie puede creer que ya tenga ochenta y seis años y al hospital, sólo va para cortarle el césped.

Título: DEJARDINERO

1 comentario:

Unknown dijo...

Dijo mi viejo alguna vez "si sos filiz, no analisís"...


Salute!