sábado, 13 de enero de 2007

La justicia tarda pero no llega

— … sí, por supuesto, intervino la policía. Un alboroto impresionante. El pobre infeliz se comió un garrón fenomenal. ¡Fijesé que todavía está preso!

— ¡Pero entonces ella es un víbora de lo peor!

— ¡Ni que hablar! Una garrafa de mierda, le aseguro. Diga que a mí me hizo un favor porque ya estaba harto. Me hacía la vida imposible día y noche. ¡Era inaguantable!

— ¿Y en que anda ahora?

— Hasta donde sé, utiliza parte del capital en hacer obras de bien, ayuda a un merendero y cuando va a misa, deja algún cien que otro, engalanando la cestita y para complejo de pobreza de los que vienen después. Lo más divertido es que al principio ella se sentaba, digamos, ¿estas son las dos hileras de bancos de la iglesia?, se sentaba en esta punta que era por donde siempre arrancaba el monaguillo a pedir la limosna. Un día, llegó tarde y tuvo que sentarse por el medio. Ahí se dio cuenta que se sentara donde se sentara, el monaguillo siempre empezaba por ella. ¿Vio la picardía del cura? Le hacía poner a ella primero para que los demás dejaran hasta lo que no tenían. Dios los cría y ellos se juntan.

— ¿Pero alguna vez usted estuvo enamorado como para casarse con ella?

— ¿Que si estuve enamorado? ¡Ciego, sordo y mudo! Recién cuando tuvimos el tercer hijo supe por qué yo, triste guarda de Cutcsa (1), había logrado casarme con aquella belleza que tenía enardecido a todo el Cerrito de la Victoria. Y me enteré de pura casualidad. En una pelotera que tuvimos por cuestiones del momento, para lastimarme más, me rebeló que ella se casó conmigo para mortificar a quien dos semanas antes de conocerme la había dejado plantada con todo pronto para casarse. A partir de que se dio cuenta de que se le había escapado tremenda confesión, empezó a hacerme la vida imposible. ¿Se da cuenta qué mujer más retorcida?

— Bueno pero ahora ya no tiene más de que quejarse. ¡Diga la verdad!

— Por supuesto, ya voy para nueve años de fallecido. Lo que lamento es que no la hayan descubierto como para que se pudra en la cárcel en lugar de ese pobre infeliz del amante.

(1) Empresa de transporte público de Montevideo. Guarda se le llama al funcionario que cobra el pasaje.

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reflex1@adinet.com.uy

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