martes, 12 de febrero de 2019


A FIN DE MES RENUNCIO

La familia Quijano quedó consternada cuando la empleada doméstica comunicó su renuncia. Don Rigoberto creyó que podía solucionarlo ofreciéndole un mayor salario, pero sólo consiguió avergonzarla.

Con los años se supo que la renunciante había publicado un libro de poemas de gran éxito editorial, que nunca llegarían a conocer porque en esa casa no se acostumbraba leer.

Josefa, coleccionaba los papeles arrugados que, por cientos, tiraba al cesto el descarriado adolescente Quijano. Los días de descanso, se encerraba en su dormitorio, los alisaba y continuaba los textos que el joven ansioso había desechado.


Según nos contó una amiga, Josefa agregaba o quitaba palabras hasta que las mejillas se le contrajeran en una sonrisa.

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